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Comenzó la temporada 2025 del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson con la inauguración (anoche) de las nuevas exposiciones: ‘Sobre lo sereno: Una mirada a la colección’, ‘Santuarios, rituales del tiempo’ de Silvina Martínez y ‘El Azem, breve antología’. Karina El Azem estuvo presente para el montaje de su primera exposición en San Juan, que cuenta con la curaduría de Roberto Amigo. La reconocida artista recorrió las instalaciones del Museo, como así también visitó el Club Sirio Libanés y la Casa Natal de Sarmiento. En este contexto, DIARIO DE CUYO dialogó con la creativa, quien compartió los fundamentos de esta exposición, parte de una serie de muestras que son como recorridos visuales que abarcan más de 30 años de trayectoria.
‘Es el primer contacto que tengo con San Juan y la verdad, quedé encantada; y estoy muy complacida por cómo está organizada y curada esta muestra. Es un museo maravilloso, con gente muy profesional. Es impresionante cómo se ve todo y el trabajo que hay aquí’, comentó la artista.
En este camino retrospectivo que propone, el público podrá apreciar obras que pertenecen a los comienzos de su carrera, a mediados de los años 90, hasta el presente, a través de relieves, maquetas, esculturas, pinturas e instalaciones. Entre ésta y las dos exposiciones que inauguran también los museos de bellas artes de Rosario y Salta hay una conexión intrínseca, un hilo conductor sobre la idea de la dualidad: Ornamento y violencia; naturaleza y artificio; patrones y tradición islámica; cultura popular y modernidad; artesanía y arte digital; lo real y lo virtual; la verdad y la apariencia; la materialidad y transmutación; las bellas artes y elevadas contra lo aplicado, lo ornamental y lo utilitario; lo familiar y lo extraño, entre otros conceptos que la autora explora y que están lejos de ser resueltos, sino más bien expuestos en toda su magnitud. En síntesis, lo que El Azem plantea es una encrucijada de discusiones en torno a las bellas artes, a las artes prácticas y el diseño, con debates y contradicciones tanto viejos como nuevos.
‘La dualidad de lo que miramos está siempre en mi trabajo’, comenzó a definirse Karina. ‘Por eso en mis obras, que parten desde 1994, he tenido distintas series que contienen estas maquetas de barrios de los suburbios de Buenos Aires. También aparecen en otro bloque temático las mostacillas o cuentas de vidrio, de diferentes períodos históricos con motivos ornamentales, que hacen dudoso lo que se ve como real y como virtual. Hay otras piezas donde uso cápsulas de balas, municiones y objetos bélicos, dándoles un formato ornamental, obras abstractas. Y también una serie de pinturas abstractas realizadas en pandemia, vinculadas a temas metafísicos, más unos patrones de impresiones digitales que cuestionan lo que vemos, lo que es verdad y lo que es aparente. En resumen, sigo un poco la tradición abstracta argentina, siempre tan potente en lo arquitectónico’, detalló quien expone realidades latentes como la represión, los sistemas opresivos y la violencia urbana, pero expresadas con una estética particular. Aparece también un profundo interés por la reproducción de íconos de la cultura popular como la Difunta Correa, Gauchito Gil y Mamá Antula; e históricos como Perón y Evita. Eso, sumado a sus paisajes urbanos y naturales, con pinturas que cambian el color según el clima, una de las cuáles se podrá apreciar en el Franklin Rawson.
“Era impensado desde que empecé en los “90, en el incipiente arte digital, prever hasta dónde llegaríamos con la inteligencia artificial. Pero generar las dudas de lo cierto y lo falso en el espectador a través de las mostacillas, por ejemplo, no lo hice pensando en el mundo de hoy; sin embargo, todo eso está vigente’, señaló.
No ajena a los horrores del siglo XX y del actual siglo XXI, como tampoco a las revoluciones tecnológicas que se producen actualmente, donde aparentemente no hay tiempo para procesar tantos acontecimientos, para Karina ‘el arte es como un refugio, donde la IA no podrá reemplazar la emoción humana. Incluso al amor. Estoy totalmente de acuerdo en que arte es de los pocos lugares que existen donde una puede sentirse auténticamente humana’, expresó El Azem.
‘Creo que la comunidad artística cuenta con una gran sensibilidad y una pertenencia en la que hay redes potentes desde lo afectivo, ante una realidad de un mundo deshumanizado, aberrante y doloroso. Para hacerle frente a tanto horror, creo que lo mejor que podemos dar es desde el hacer, en nuestro trabajo hacemos una gran catarsis’, reflexionó.
Entre las cosas que más tiempo le demandan están la generación de nuevas obras, la planificación de exposiciones y además “vivo con dos hijos adolescentes -Lorenzo y Esmeralda, fruto de su matrimonio con Roberto Petinatto en 2006 y que duró siete años- ya con eso digo todo’, rió con complicidad. “Entre muestras y la labor artística, me consume tiempo, rigor y sobre todo, silencio y soledad. El trabajo del artista es súper solitario, donde es necesaria mucha concentración y no tentarse con las distracciones del bombardeo de información. La respuesta está adentro de uno mismo y contar con capacidad para desarrollar la misión que tenemos en la Tierra. Aunque la tentación sea grande, me refiero a la pereza intelectual y a lo que llamamos “información”‘ que produce más lo contrario y genera distracción’, argumentó Karina.
La invitación a la muestra de El Azem, en resumen, consiste en que los espectadores interpreten y exploren a su modo, la cosmovisión de la artista que navega por esas dualidades y tensiones de las imágenes y los íconos culturales, populares e históricos de la identidad nacional, donde conviven lo real y lo artificial, lo sagrado y lo profano.
DATO
EL AZEM. Breve Antología. Museo Franklin Rawson. Entrada general $500, jubilados y estudiantes $300. Menores de 6 años gratis. Domingo, gratis. Visitas guiadas a las 18 hs. Permanecerá hasta agosto.

