La semana pasada, el cuarteto cordobés dejó de ser solamente un género musical profundamente arraigado en la identidad provincial para convertirse en patrimonio simbólico de toda la humanidad. La Unesco declaró al cuarteto Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, coronando un trabajo iniciado en 2020 por la Municipalidad de Córdoba bajo la gestión de Martín Llaryora y continuado con convicción por el actual intendente Daniel Passerini. No se trata solo de una distinción, es un reconocimiento global a una expresión que ha sabido trascender generaciones, clases sociales y geografías.
El camino hacia este logro no fue improvisado. Requirió de un minucioso trabajo técnico, de investigación y fundamentación, plasmado en un documento que permitió postular al cuarteto ante el comité internacional. La Unesco entendió que no estaba ante un ritmo más, sino frente a un elemento cultural vivo, dinámico, que forma parte de la memoria emocional de un pueblo y que, por su fuerza identitaria, merece ser protegido, difundido y preservado.
Con esta declaración, el cuarteto ingresa a una lista prestigiosa que incluye al tango porteño, al chamamé, al jazz, al reggae, al mariachi y al flamenco, entre tantos géneros que lograron convertirse en lenguajes universales. Que el cuarteto forme ahora parte de ese selecto grupo no solo honra su historia, sino que también posiciona a Córdoba -y por extensión a la Argentina- en el mapa cultural del mundo con una visibilidad inédita.
El reconocimiento tiene múltiples dimensiones. En lo geográfico, sitúa a Córdoba como un polo cultural singular dentro de América Latina; en lo político, demuestra que las políticas públicas culturales sostenidas a lo largo de gestiones pueden trascender colores y dejar huellas duraderas; en lo social, valida una cultura popular que nació en los márgenes y se convirtió en un signo de unidad y celebración colectiva.
Pero, sobre todo, la declaración confirma lo que los cordobeses saben desde siempre, que el cuarteto es mucho más que música. Es alegría compartida. Es familia y baile. Es identidad que se transmite sin necesidad de palabras. Es cultura viva, hecha de abrazos, de pasos, de estrofas, de energía que levanta el ánimo aun cuando la vida se presenta difícil. Es un latido colectivo que acompaña nacimientos, despedidas, festejos y tristezas.
Este hito es motivo de orgullo, pero también un llamado a seguir trabajando. A profundizar la investigación, la enseñanza, la difusión y la preservación del cuarteto para que continúe siendo una expresión auténtica, vibrante y abierta al mundo.
