La pelea contra el dengue en San Juan ya no admite medias tintas. Está claro que las campañas de ‘cacharreo”, el uso de repelente y la limpieza de patios son medidas necesarias, pero no son suficientes si afuera de las casas siguen existiendo focos ideales para que el mosquito se reproduzca sin control. El combate no puede ser un esfuerzo aislado del vecino, sino una acción integral en la que el Estado tenga un rol mucho más activo y sostenido.

Porque de poco sirve mantener la casa impecable, colocar mosquiteros en todas las ventanas y fumigar cuando corresponde, si a pocas cuadras hay un baldío repleto de residuos, malezas que crecen sin control, acequias con agua estancada y contenedores rebalsados. El Aedes aegypti no distingue entre lo público y lo privado; donde encuentra agua limpia y quieta, se instala. Y cuando encuentra un ambiente favorable, la transmisión del dengue se vuelve inevitable.

La enfermedad -transmitida por la picadura del mosquito infectado- dejó hace tiempo de ser un problema exclusivo de zonas tropicales. La circulación viral en esta temporada avanzó hacia el sur como nunca y golpeó también a regiones que solían considerarse a salvo, entre ellas Cuyo. Mientras los informes epidemiológicos nacionales muestran un leve descenso de casos a nivel país, San Juan sigue en una situación expectante que obliga a redoblar esfuerzos.

Las cifras del año pasado dieron cuenta de 269.678 casos confirmados en Argentina, de los cuales el 90% fueron autóctonos. Estos números no solo fueron estadísticas frías. Fueron un recordatorio de que el dengue dejó de ser una amenaza lejana y ya forma parte de la agenda sanitaria cotidiana.

Por eso, además de insistir con las medidas personales, es indispensable que organismos como Hidráulica, Ambiente, Parques y Paseos y los municipios tengan una presencia más contundente. No se trata solo de operativos puntuales cuando aparecen los brotes, sino de un trabajo constante para eliminar criaderos, limpiar acequias, desmalezar, retirar residuos y mantener controlados los espacios que hoy funcionan como verdaderos ‘incubadores” de mosquitos.

La responsabilidad es de todos, sí, pero no todos tienen las mismas herramientas. La comunidad hace su parte, pero necesita de una acción oficial que sea ejercida con decisión y de manera sostenida. Solo así la lucha contra el dengue dejará de ser una reacción tardía y se convertirá en una estrategia real para proteger la salud de toda la población.