La aprobación del dictamen favorable del Comité Evaluador del Gobierno Nacional para la incorporación del Proyecto Carbonatos Profundos (DCP) de la mina Gualcamayo al Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) no es una noticia más. Es, en los hechos, un punto de gran importancia. Un respaldo concreto a un proyecto que estuvo al borde del cierre y que hoy se proyecta como uno de los desarrollos mineros más relevantes de las próximas décadas en la Argentina.

Gualcamayo, ubicada en el departamento Jáchal, estaba hace apenas dos años atravesando una etapa crítica. La madurez del yacimiento superficial y la falta de condiciones macroeconómicas claras amenazaban su continuidad. La aprobación del RIGI cambia ese escenario de manera contundente. Garantiza previsibilidad, seguridad jurídica y acceso a financiamiento para encarar una nueva etapa basada en tecnología de vanguardia y exploración profunda.

El Proyecto Carbonatos Profundos implica una inversión superior a los 660 millones de dólares, de los cuales 50 millones estarán destinados exclusivamente a exploración geológica. No se trata de una apuesta menor. El yacimiento cuenta con más de 3,5 millones de onzas de oro en recursos certificados bajo normas internacionales, mientras que el distrito minero completo supera los 5 millones de onzas, incluyendo 2,45 millones de onzas ya clasificadas como reservas probadas. Son cifras que posicionan a San Juan y a Gualcamayo en un lugar estratégico dentro del mapa aurífero sudamericano.

El impacto social y laboral será significativo. La etapa de construcción, prevista hacia fines de 2027, demandará entre 1.000 y 1.500 trabajadores, con un efecto multiplicador en servicios, comercio y proveedores locales. A lo largo de al menos tres décadas de operación, el proyecto promete un boom laboral gradual, sostenido y de calidad, algo especialmente valioso en un contexto económico desafiante.

El RIGI aparece así como un verdadero salvavidas para la minería argentina. No solo por atraer capitales nacionales y extranjeros, sino por permitir que proyectos de escala global puedan planificarse a largo plazo. Sin reglas claras, inversiones de esta magnitud son inviables. Con previsibilidad, se transforman en motores de desarrollo regional.

Además, el proyecto incorpora estándares ambientales acordes a los desafíos actuales. La construcción de un parque fotovoltaico de 50 MW para abastecer la demanda eléctrica y reducir la huella de carbono muestra que es posible compatibilizar minería, innovación y sostenibilidad. Minas Argentinas, parte del grupo Aisa, ha expresado su compromiso con una minería responsable, orientada al valor económico y social de largo plazo.

La incorporación de Carbonatos Profundos al RIGI pone en su verdadera dimensión esta nueva etapa de Gualcamayo: no solo como una mina revitalizada, sino como un ecosistema productivo, social y ambientalmente responsable. Un proyecto que vuelve a colocar a San Juan en la vanguardia minera y que demuestra que, con reglas claras, el desarrollo es posible.