En plazas, parques y centros culturales, San Juan vive un fin de año marcado por encuentros comunitarios que combinan tradición, creatividad y trabajo, en un contexto económico desafiante.

En los días previos a la Navidad y al cierre del año, la provincia de San Juan se ha visto atravesada por una intensa agenda de ferias, muestras y exposiciones que hablan mucho más que de compras o paseos ocasionales. Son, en realidad, una radiografía del entramado social y productivo local, donde confluyen entidades de bien público, organizaciones no gubernamentales, instituciones religiosas, agrupaciones vecinales y asociaciones de emprendedores que, con esfuerzo y vocación comunitaria, salen a ofrecer su trabajo y a construir espacios de encuentro.

Las ferias que funcionaron en las inmediaciones del Auditorio Juan Victoria o la Feria Agroproductiva, que por primera vez se presenta este lunes 22 en la Plaza Seca del Centro Cívico -rompiendo con su tradicional cita de los sábados en el Paseo de las Palmeras del Parque de Mayo- son ejemplos claros de esta dinámica en expansión. A ellas se suman las ferias departamentales que se replican en plazas principales y barrios tradicionales, donde la organización comunitaria cumple un rol central.

El caso del Barrio Justo P. Castro I, en Caucete, resulta ilustrativo: un grupo de vecinos decidió transformar una tarde común, la de ayer domingo, en una celebración navideña, con actividades recreativas y una feria de artesanos que ofreció desde productos decorativos hasta comestibles típicos de estas fechas. No se trata solo de vender, sino de compartir, de generar pertenencia y de sostener vínculos que muchas veces son el verdadero capital de los barrios.

A mayor escala, propuestas como la Feria Navidad Emprendedora en el Parque Belgrano, con cientos de stands de artesanos y productores, o la Feria Navideña del Centro Cultural San Martín, que suma música en vivo y gastronomía, consolidan estos espacios como verdaderos polos culturales y económicos. Allí, las familias encuentran regalos únicos, disfrutan de espectáculos con coros, bandas y DJs, y permiten que el dinero circule dentro de la economía regional.

El valor de estas ferias no puede leerse al margen del contexto económico actual. El emprendedurismo se ha puesto de manifiesto de manera muy significativa, como una respuesta concreta frente a las dificultades que atraviesan amplios sectores de la sociedad. Detrás de cada stand hay historias de ingenio, esfuerzo e imaginación. Familias que buscan sumar ingresos, personas que colaboran con causas solidarias o que simplemente intentan mejorar su condición económica con trabajo genuino.

Algunas de estas iniciativas cuentan con el respaldo de organismos estatales y municipios; otras nacen exclusivamente desde la comunidad. Todas, sin embargo, comparten un mismo espíritu: fortalecer lazos, apoyar la economía social y resignificar la tradición navideña como un tiempo de encuentro, solidaridad y esperanza. En ese sentido, las ferias de fin de año no son un dato menor del calendario: son una expresión viva de una sociedad que, aun en tiempos difíciles, elige organizarse, crear y celebrar en comunidad.