“Sé que éste es solo un comienzo, un camino de ida acompañado por todos ustedes’ escribió en su Instagram Edu Desimone, otro de los jóvenes sanjuaninos que pasó las Audiciones a Ciegas de La Voz Argentina, el lunes pasado. Con su interpretación de Ocho Cuarenta hizo girar a Lali, a Soledad y a Luck Ra… justo las caras que se le aparecían en esos momentos de “suponete que quedás…’. Quedó y optó por el team del cordobés, que literalmente saltó a sus brazos. Y pese a que eso ocurrió en verdad hace varios días, todavía está a flor de piel y le cuesta encontrar las palabras para sintetizar lo que está viviendo, no solo ahora, sino desde el momento en que su amigo paró el auto y lo hizo bajar para hacer el casting.

“Soy Eduardo Desimone y soy de una de las provincias más bellas de la Argentina’, se presentó a DIARIO DE CUYO el simpático artista, que tiene su historia con la música. Su abuelo Guillermo -hermano de Rodolfo “el Gordo’ Páez Oro (recordado tonadero local, a quien no conoció, pero en cuyo honor su mamá lo bautizó Rodolfo Eduardo)- fue quien lo introdujo en este mundo, que él cultivó entre folclore y melódicos. También bajo las influencias de su padrastro, Carlos Infante, docente e integrante del Coro Universitario, fallecido en pandemia. Cuando ambos dejaron este plano, Eduardo se alejó de la música, con la que hizo las paces de la mano del reality de Telefe, que lo sacó -como dice- de su “zona de confort’ y lo hizo vibrar otra vez.

Edu junto a Nico Occhiato, el conductor de La Voz Argentina 2025.

“Con mi abuelo tocábamos el bombo, cantábamos… Con Mi padrastro también. Son personas que me formaron muchísimo en la música. Yo no tenía estudio previo, pero sus consejos siempre me ayudaban. Por ahí cuando sos niño no prestás tanta atención, pero quedan. Cuando se fueron, fue un dolor muy grande que no podía soltar. Cuando falleció mi padrastro, vendí mis instrumentos, me enojé. Y cuando me quise volver a acercar a la música, fallece mi abuelo, el año pasado… Estaba destruido, ya ni quería escuchar canciones, no quise saber nada más’, relató. Pero…

“El el 11 de marzo iba a trabajar con mi amigo Jeremías Baldo y pasamos por la fila del Conte Grand. Se frenó y me dijo “te bajás ya”. “No, déjate joder”, le decía yo, pero insistió: “Tenés un talento, no tenés que callarlo, como venís haciendo; no seas cobarde y bajate acá. Es tu sueño, perseguilo”, me dijo. Me buscó la guitarra que me había prestado un amigo, una frazada y me quedé en el casting. Ahí empezó mi vida artística de nuevo’, resumió Edu, que trabaja en estética vehicular con Jeremías y Mateo Orozco, quienes lo arengaron tanto como su mamá, “todo lo que está bien’, la describió.

Lo que sigue es historia conocida, la contó en el programa. Llegó su turno, hizo un tema de Cristian Castro, pero no tuvo suerte. “Fue un “no” que me hizo mucho ruido, no había podido expresar lo que tenía adentro y no quería quedarme con eso’, explicó. En la fila se había hecho amigo de Ema, un chico de Buenos Aires que tampoco pasó, y entonces emprendieron juntos una travesía al casting de Tucumán. Llegaron, “haciendo dedo’ y acopiando anécdotas, como que en Famaillá los levantó alguien que los acercó hasta la capital, les pidió que cantaran algo (a lo que Ema respondió con la tonada “Guitarrero, cuyano y cantor’) y les dio dinero para ayudarlos. Supieron luego que era el intendente de esa ciudad, Enrique Orellana, contó Desimone, quien los invitó al Festival de la Empanada, en septiembre.

Allí, en “el jardín de la República’, se abrió el cielo para el sanjuanino, que entonó un tema de Abel Pintos, a quien admira, que su mamá le pedía que no cantara porque le salía parecido “y el casting busca originalidad’. Pues pasó a prueba de cámara y aunque no hubo veredicto inmediato, algo le decía que iba bien. Se enteró que había sido seleccionado en mayo, en Buenos Aires, adonde siguió viaje con su amigo de rutas e ilusiones en una motito que se compraron en Córdoba (adonde lo acompañó a otro casting) y que pagaron a medias, con lo poco que tenían, lo donado y lo que juntaron en actuaciones callejeras.

“Todo ha sido algo de otro mundo, de no creer. Era como que tenía que llegar ahí. Creo que de todos los amigos que he tenido en este viaje, la mejor ha sido la intuición. Cuando me llamaron y me dieron la bienvenida a La Voz me puse crespito, era un rejunte de emociones que no puedo poner en palabras’, se conmovió.

Ocho cuarenta era un tema de relleno. “Lo había puesto en la lista de las canciones del casting de Tucumán y lo dejé por las dudas. Yo lo cantaba para una ex novia que tuve, pero como balada… Cuando me dijeron que iba a cantarlo como cuarteto, dije “¡No!”, yo nunca había cantado cuarteto y encima de Rodrigo, que es un ícono, redifícil… “Bueno, está bien, va a ser un desafío; pero lo voy a superar”, me dije a mí mismo y le metí fichas, traté de ser yo mismo todo el tiempo’, relató Desimone.

“Yo tenía en mente a Luck Ra, a Sole y a Lali. Miranda! son unos genios, pero no consumía su música. Fue muy fuerte ese momento, pero más en la segunda canción que me pidieron, que es la que más conmovió, creo. Se llama Que nadie, de Manuel Carrasco, y mi padrastro me había dicho “Cuando yo no esté, se la tenés que cantar a tu mamá’. Y ahí fue. Lo digo y me emociono…’, contó Edu Desimone, que encontró en el programa lo que -tal vez sin saberlo- realmente estaba buscando.

– Pase lo que pase en las batallas ¿Valió la pena el camino hasta acá?
– La música es una hermosa herramienta y estoy dispuesto a superarme cada día, a aprender más y que ese aprendizaje esté acompañado por un mensaje de amor, de luz, de que se puede salir de todo. Si me preguntabas hace unos meses, ni imaginaba todo esto. Me cambió la vida. Y la verdad es que todos me apoyaban, pero el que estaba negado era yo. Ahora, eso que dolía está, pero ya no es una limitación, sino un impulso. Yo siento que ya gané, porque sobre todo, como quien dice, encontré la brújula.