A sus 68 años de edad, Enrique Piñeyro logró hacer aquellas cosas que más deseó hacer desde pequeño: Volar, actuar y cocinar. En su persona conviven varias facetas: Piloto, cineasta, actor, médico aeronáutico, investigador de siniestros aéreos, documentalista, activista humanitario y hasta sommelier. Pero lo que más lo moviliza para recorrer kilómetros, además del espíritu aventurero que anida en él, es movilizar a las personas a ser mejores seres humanos. Y algo de eso hay en ‘Volar es humano, aterrizar es divino’, espectáculo que lleva 12 temporadas consecutivas en cartel y que -con un fin solidario, puesto que lo recaudado se destinará a Banco de Alimentos de San Juan- se presentará en el Teatro del Bicentenario, el 7 de junio Con una mirada crítica que combina humor, ironía y reflexión, el unipersonal también ayuda a deconstruir esos mitos sobre lo ‘peligroso’ que puede ser volar. Tras una buena experiencia el año pasado, Piñeyro se mostró entusiasmado por regresar, tal como contó a DIARIO DE CUYO.

‘Estoy contento por volver al Teatro del Bicentenario. Es el más lindo de la Argentina junto al Teatro Colón, porque posee una acústica que es una bestialidad. Pero también, disfruto de estar en San Juan porque tiene muchas cosas para ofrecer, además de sus ricos vinos’, dijo. Como el espacio escénico del TB es amplio, el espectáculo despliega todo su potencial. La puesta incluye la recreación de una cabina en escala real de un Boeing 707 y un juego de proyecciones envolventes de alta resolución que sumerge a los espectadores en un viaje imaginario, donde lo real y lo virtual, el teatro y el cine se fusionan. ‘El Teatro del Bicentenario es muy cómodo para trabajar, por eso montamos este simulador de vuelo y las pantallas, se ve muy bien -prosiguió-. Es uno de los pocos lugares en la gira donde se monta por completo la escenografía y nos permite brindar una experiencia inmersiva’.

Sin embargo, el corazón de la propuesta es justamente que el público se quite los miedos, porque -asegura- lo peligroso no es volar sino el mundo en el que se vive en la superficie. ‘En 2017 no se murió nadie a bordo y ese mismo año se murieron 256 personas cazando pokemones en la calle. Pasa que siempre habrá algunos llenándose de plata manejando el miedo a muchas cosas en los demás. Como en las publicidades de medicamentos, te hacen creer que hay que tomarse un Sertal antes de cenar, cuando en realidad es un antiespasmódico que paraliza el sistema digestivo. En el caso de volar es lo mismo y hay muchos interesados y responsables. Entre ellos están algunos medios de comunicación que publican mentiras alucinantes y por ahí también la industria del cine catástrofe. Ese miedo se alimenta por caja. La aviación comercial es muy segura y más allá de cuestiones de percepción, los números dicen la verdad’, opinó.

Para Piñeyro, tomar el mando de una nave es cumplir, según dijo, con una de las “ambiciones memoriales’ que tiene el ser humano: ser inmortal y volar. “Pero cuando cruzo el umbral de los pasajeros a la cabina de mando, hay cierta angustia que todavía no se supera, la de morir. Se sufre tanto atrás y yo me siento tan bien adelante…’, expresó. Por eso ‘Aterrizar es divino’ es una ironía de cómo ‘se aflojan las tensiones en el momento en que el avión toca tierra. Hay un chiste de Maitena que muestra a un hombre preguntándole a su pareja por qué aplaude tanto la gente arriba del avión y ella contesta: Porque quizás el piloto sepa aterrizar’.

Pero Piñeyro no vuela solo por la satisfacción personal de surcar cielos. A través de una fundación que él mismo preside busca ayudar a los que más necesitan, por eso adquirió un Boeing 787, para usarlo en causas sociales. Por ejemplo hace vuelos humanitarios desde Argentina para ayudar a gente que vive situaciones de extrema violencia en Sudán, Gaza y Ucrania, entre otros territorios con conflictos armados.

“Hay una situación muy complicada. En el último vuelo a Sudán logramos despegar y en doce horas bombardearon el aeropuerto. Gaza, tiene todos los pasos cerrados para enviar alimentos, bloqueo completo y permanente. Como en Ucrania, también hay mujeres, ancianos y niños abandonados a la suerte. Los vuelos que hacemos para ayudar son muchos, pero es una locura lo que está pasando ante la indiferencia de mucha gente, creo que nos estamos deshumanizando y naturalizando la crueldad. Lo que pasa con Trump, la falta de empatía, la discriminación, la intolerancia, el egocentrismo y el narcisismo tóxico parece que son los nuevos valores que tienen más adhesión. Es un mundo muy difícil’, se explayó.

En ese contexto, Enrique busca desde el lugar del arte, desde la sala de un teatro, recuperar cierta humanidad perdida: ‘Si entrás a la sala, te reís un poco con otros, te ponés a pensar lo que sucede… Si en eso llego a ayudar mínimamente a la gente, que algo bueno pase adentro, será misión cumplida. Tengo la convicción que nos iría bastante mejor si pudiéramos cortarla con tanto divisionismo, tener más conciencia de equipo, caminar en convivencia. Es triste lo que nos pasa porque no hay espíritu de manada’, concluyó.

DATO
Volar es humano, aterrizar es divino. Sábado 7 de junio, 20:30 hs. Teatro del Bicentenario. Entradas: Platea Preferencial $20.000, Platea: $18.000. Palco Bajo Central: $20.000. Palco Bajo Primer Lateral: $15.000. Palco Medio Central: $18.000. Palco Medio M/N: $20.000.