Aquel 3 de febrero la mujer no se sintió bien. Dolores de cabeza, abdominales, en sus extremidades y la sensación de que le faltaba el aire, acompañaron la sugerencia de una amiga de ir al hospital de Pocito, luego de verificar que su presión arterial no estaba bien. Lo que nunca imaginó esa paciente es que una vez en ese centro de salud pasaría dos situaciones que, un poco más de un mes después, el 7 de marzo pasado, la obligaron a denunciar. Según su relato, entre la noche de aquel 3 de febrero y las primeras dos horas del día siguiente, tanto el médico como el enfermero que la atendieron abusaron de ella.
Y las cosas para ambos se complicaron porque ayer el juez Eugenio Barbera adhirió al pedido del fiscal, Leonardo Arancibia, y la ayudante fiscal, Eugenia Lenzano (UFI CAVIG), y les dictó dos meses de prisión preventiva a ambos.
El médico es Miguel Amado, condenado por el mismo juez Barbera el 2 de noviembre de 2023, a 2 años de prisión efectiva (luego otro juez lo dejó en suspenso) por haber abusado de una paciente en el hospital de Media Agua, Sarmiento. Ese castigo está prácticamente firme, ya que sus defensores, Martín Zuleta y Silvia García Gutiérrez, sólo esperan llegar con una ‘queja’ ante el máximo tribunal de justicia del país.
El enfermero en cuestión es José Sebastián Castillo, contratado por Salud Pública en el hospital de Pocito. Castillo ya es investigado desde el 6 de marzo pasado, por el presunto abuso sexual de otras dos jóvenes y el próximo 28 de abril quedará imputado por la denuncia de otra joven. En todos los casos, según el fiscal Leonardo Arancibia y la ayudante fiscal, Eugenia Lenzano, el enfermero apeló a la misma modalidad: tocar las partes íntimas de las pacientes con la excusa de hacerles masajes con vaselina.
Eso fue lo que dijo la paciente que sufre ataques de pánico. Según la mujer, la noche del 3 de febrero el médico que la atendió, Amado, le dio un inyectable por sus ataques de pánico y el enfermero que la llevó a otro box para colocárselo, la tendió boca abajo en una camilla, le bajó la calza y la bombacha, le subió la remera y el corpiño, y le puso vaselina para masajearla. En un momento -según la denuncia- le pidió abrir las piernas, pero como ella se resistía, él se las abrió y aprovechó para ‘rozar su vagina’.
Esas maniobras -dijo- duraron entre 10 y 20 minutos y fueron interrumpidas por la voz de otra mujer. Lo llamativo del caso fue que, aún algo mareada, cuando volvió al box original llegó el médico, le preguntó si estaba bien, le tiró los brazos hacia atrás y le apoyó en dos ocasiones los genitales en su cola.
‘Niego los hechos, no recuerdo a la paciente, no hice algo fuera de lo normal’, dijo escuetamente el médico. El enfermero se abstuvo de dar su versión.
Los defensores de Amado, y Javier Sava, defensor del enfermero, podrán reclamar ahora por la libertad de sus clientes ante un tribunal de impugnación.

