Autor de una de una propuesta artística creativa, renovadora y original, desde las cuales construyó una identidad sonora propia e independiente, Lisandro Aristimuño viene trabajando en múltiples formatos y puestas escénicas. Con una especial formación de trío acústico (junto a Lucas Argomedo en bajo y Martín Casado en batería) vuelve a la provincia y será el Auditorio Juan Victoria el espacio ideal para compartir sus canciones con esa incesante búsqueda que sostiene a través de la experimentación sonora y la imaginación. Este próximo 4 de septiembre, el compositor, productor e instrumentista, reconocido dentro y fuera del país, habló con DIARIO DE CUYO sobre su presente artístico.
– ¿Qué te produce volver a San Juan?
– San Juan es una ciudad que nos encanta ir a tocar. Esta vez lo haremos con este formato trío y también con algunos aparatos electrónicos para reversionar mis canciones de casi todos los discos. Sonará diferente, en una puesta sencilla. Como venimos girando bastante, ir a San Juan nos da ganas de tocar. Serán un poco más de dos horas, donde estará presente la guitarra, después otra parte más folklórica. La gira que estamos teniendo viene bárbara. Estuvimos tocando en Paraguay, en Uruguay, en Chile, Provincia de Buenos Aires y por suerte, en octubre nos iremos a Europa. La idea es llevar la música a todos los lugares que pueda.
– Al escuchar el primero hasta el último disco, hay una conexión o unidad que se mantiene, que para algunos críticos, te posiciona en el nuevo movimiento cancionista de autores argentinos. ¿La Ventana, fue la piedra basal de tu carrera?
– Bueno, es muy particular. Sino hubiera logrado ese disco, ¿hubiera sido otra historia? Creo que sí, cada disco tiene su alma especial y cada disco ayudó al otro. Azules turquesas fue el primero que hice y cuando saco La Ventana, que es el segundo al año siguiente en 2005, que justo ahora cumple 20 años, esos fueron los que ayudaron a que la gente me identificara y fueron bien recibidos. Ambos son discos que quiero mucho y son parte fundamental de mi obra y de mi trayectoria. Porque en cada trabajo, le pongo mucha dedicación, no solo en hacer canciones, sino también en editarlos y concretarlos. Aunque ahora el soporte físico está que un poco en retirada, sigo insistiendo en trabajarlo. Porque hay gente que quiere tener su álbum en su casa, en su discoteca. En ese sentido soy amigo de la vieja escuela. Cada disco que logro me da felicidad. Y cada uno habla a la vez, sentimientos diferentes y suma distintas sonoridades. Además, cuanto más influencia tenga de otros géneros, ritmos, estilos y canciones, para mí resulta mucho mejor. Como resultado, mi música va mutando para bien.
– Además de lo sonoro, en el aspecto de las letras, ¿también va creciendo un factor que te potencia?
– Sí hay mucho para seguir y hacer todavía. Siempre estoy pendiente sobre qué cosas nuevas salen o qué se está haciendo. A medida que voy repasando lo que hice, más voy descubriendo cosas novedosas. Lo que digo es que más que músico, soy un amante de la música. Si me hubiera dedicado a otra cosa, igualmente tendría una gran discoteca y amplia como la que tengo ahora. Soy un comprador de discos y me encanta saber qué están haciendo los artistas que admiro, a ver qué están sacando. Soy bastante curioso de la música y busco escuchar a colegas. Es una manera de estar presente y en cuanto a lo tecnológico, también. Soy bastante meticuloso en ese aspecto porque aparecen aparatos nuevos para grabar o micrófonos, o guitarras. Todo el tiempo estoy indagando en la novedad y estar atento a lo presente. Así, esas influencias las intento plasmar en mis discos. Para tener una letra, me alimento de la lectura tradicional. Hasta me valgo de diccionarios de sinónimos para escribir.
– Y ¿qué te sucede con el uso de la inteligencia artificial para crear música? ¿Estás de acuerdo en su uso?
– No estoy muy metido con eso. Me parece que la inteligencia artificial puede servir como una herramienta más, pero aun así, sigo agarrando la criolla para componer y me hago unos mates en el proceso. El hecho de hacer una canción, me debe emocionar. Es un regalo que la música te hace. Lo tecnológico viene después. Si bien me gusta conseguir equipos nuevos, me la paso mirando tutoriales en YouTube. Pero volviendo al tema, es una herramienta que puede servir, pero en mi caso, prefiero crear lo que siento. Porque si no, es como copiarte de alguien para un examen y hacer trampa. Si la música sale de mi cuerpo y de mi alma, no necesito copiar.
– ¿Pero entre los músicos no les atraviesa un dilema ético? ¿Dónde está lo humano y dónde está lo artificial en la creación?
– Hay fronteras que se van achicando, es verdad. Si tengo que componer y escribir me inspiro en mi universo, que soy de Río Negro, mi vínculo con el territorio, con la naturaleza, de los lugares donde viví y dónde voy. Esas son herramientas infinitas. La vida en el mar, la vida de las montañas y los ríos, de cómo era mi casa, mi patio, esos ecosistemas, de la Patagonia tan propia y tan Argentina, se impregnó en mí y en mi forma de ver el mundo.
– Hablando de naturaleza ¿qué te pareció la expedición submarina de científicos argentinos en las profundidades del mar argentino?
– Cuando me enteré y pude mirar las imágenes, me encantaron. No pude seguir toda la transmisión, pero me pareció espectacular. Me puso muy contento por el trabajo del CONICET, por toda esa gente que estudia las cosas de nuestro país. Que esa labor se haya vuelto tan popular, con tantas personas mirando me hizo feliz. La profundidad de nuestro mar es asombroso, porque se trata de nuestra casa.
– ¿Te dio ganas de musicalizar esos videos?
– Al ver esas imágenes, casualmente, uno de mis discos se llama Mundo Anfibio. Ahí hablo la profundidad del mar, porque siempre me dio curiosidad todo ese mundo acuático que tenemos y que no vemos en lo cotidiano. Y habla también, de nosotros antes de nacer, que es como movernos en el agua dentro de una panza. Es toda una metáfora perfecta y sí, con las canciones de ese disco sería totalmente recomendable repasar esos videos de la expedición.
DATO
Lisandro Aristimuño. 22 hs. Jueves 4 de septiembre. Auditorio Juan Victoria (25 de Mayo y Urquiza). Entradas: Categoría 1 $40.000. Categoría 2 $35.000. Categoría 3 $30.000. Categoría 4 $25.000. Categoría 5 $20.000.

