FOTOS: MARIANO ARIAS
En familia, Luciana Paris volvió a San Juan, esta vez -la primera- al Teatro del Bicentenario, que la convocó junto a Jonatan Luján para brindar un seminario a los bailarines de su Programa de Formación (ver aparte). Una de las glorias argentinas que se destacan por el mundo, estudió en el Colón, bailó con Maximiliano Guerra, con apenas 15 años fue partenaire de Julio Bocca y poco después se sumó a la reputada compañía del American Ballet Theatre (ABT), donde se convirtió en solista y se retiró con honores. Actualmente, es parte del staff docente y aborda proyectos propios fuera de la compañía. Una síntesis más que acotada de un gran bagaje que, sumado a su calidez humana, convierten su visita en una gran oportunidad para los artistas locales, de quienes -asegura ella- también se lleva un gran aprendizaje.

– A la distancia ¿Como ves tu camino desde la academia de barrio al ABT?
– Desde chiquita fui muy activa, probé todos los deportes, pero cuando tuve mi primera clase de ballet fue “¡Oh, la música!’, una conexión muy diferente. Tuve la suerte de que mi maestra, Elena Pérez, fue del Cuerpo de Baile del Ballet en Colón y les dijo a mis padres que hiciera el examen. Para mí era como un juego, pero al final del primer año recibí una mención especial y entonces “Ah, entonces soy buena para esto…’ A partir de ahí mi cabeza se enfocó en la danza y fue más fuerte en la adolescencia, que ya hacía refuerzo en el Colón… A los 14 hice una gira con Maximiliano y a los 15 empecé a bailar con Julio, que me llevaba 15 años… Fue un sueño hecho realidad.
– ¿Un sueño que ya soñabas?
– Sí, nunca dudé si quería eso u otra cosa; y fue maravilloso empezar de la mano de una figura como Julio. Noto cómo me marcó el tener ese fogueo y con una persona tan despojada en el escenario como él.
– ¿Te dabas cuenta dónde estabas parada con 15 años?
– No sé si tanto, pero entendía que era mi lugar y había una fuerza muy fuerte en mí. Después Julio empezó a bailar menos, yo tenía 18 años y le dije “Me siento así, quiero hacer todos los clásicos ¿Qué me aconsejas?’. “Tenés que ir a audicionar’, dijo, y allá me fui, solita.
– Fue el verdadero gran salto…
– Claro, porque si bien había giras, siempre volvía a casa. Al principio tenía la idea de qué iba a ser por pocos años… Van 24. Una compañía maravillosa en la que crecí, me rodeé de muchísimo talento y siempre tuve esa necesidad de aprender, de observar… creo que eso también me marcó.
– Eras partenaire de Bocca y pasaste al cuerpo de baile del American ¿Costó?
– Hubo un periodo de adaptación, sí, pero me costó muy poco entender que eran compañías muy diferentes; entendía que era un crecimiento que no había tenido. Además, aunque estaba en el cuerpo de baile, ya muy temprano me dieron roles…
– ¿Y decías “Quiero ser solista’?
– Bueno, ver que resolvía los roles y cómo reaccionaban los maestros y mis colegas, me dio una seguridad importante. Y sí, quería ser promovida, pero bueno, no es tan fácil, justamente porque toda la compañía es muy talentosa.
– ¿Entonces, qué vieron en vos?
– Creo que siempre fui muy madura en el escenario, por todo lo que hablamos, y esa madurez fue un punto que quizás marcaba la diferencia. Y siempre me sentí una bailarina muy versátil, que también es muy positivo.
– Pasemos varios capítulos ¿Cómo decidiste retirarte?
– Siempre quise retirarme en un muy buen momento. En pandemia empecé a dar clases, a trabajar mucho con la segunda compañía del ABT y ya me costaba ese equilibrio, no me sentía al 100% en las dos cosas. Entonces decidí que era el momento y me parecía importante que fuera una decisión mía. Además me hacía ruido, porque sentía que le estaba trabando la posibilidad a otro bailarín más joven…
– Noble de tu parte pensar eso….
– Mucha gente me decía “¿Qué te importa?’, pero no, porque yo estuve 13 años para ser promovida. No me arrepiento. Ahora estoy trabajando también como maestra ensayista y cuando me lo ofrecieron tuve un poquito ese temor, “¿Qué me va a pasar cuando vea las funciones? ¿Me voy a sentir mal?’…
– ¿Pasó?
– No, por suerte, nada de eso. Un disfrute también del otro lado.
– Si tuvieras que elegir un par de momentos de todo ese camino ¿Cuáles serían?
– Hay varios, pero el más importante para mí es que hice todo sola, a pulmón, sin acomodo. Tengo mucho orgullo de eso, porque no siempre se llega por el talento, bueno, en todos los ámbitos. Y además tuve una experiencia muy linda en mi última función. En el American, cuando se retiran los principales, se hace toda una despedida, pero no pasa con los solistas ni el cuerpo baile; y yo tuve esa despedida. Es otra cosa que me llevo, muy valiosa. Siento que tuve una carrera muy exitosa, que no es lo mismo que la fama…
– ¿Nunca te interesó?
– No, porque de eso no se trata el arte, al menos para mí…
– ¿Sentís que hay una deuda pendiente con Argentina?
– Si yo hubiese podido tener acá la carrera que tuve allá, capaz no me voy. Pero también me siento muy respetada y valorada acá, y eso que casi no bailé en Argentina. Mi hogar artístico fue otro y estoy muy agradecida y orgullosa también de haber podido hacerlo.
– Ahora estás aquí en rol de maestra ¿Te ves un poco reflejada en los chicos?
– ¡Claro! Si no, no se puede. Tenés que conectar y si lo hacés, el resultado es otro. No es solo dar una clase y listo. Tiene que haber, para mí, un proceso de entender de dónde vienen, qué viven en el día a día, qué capacidades tienen, cuáles son sus sueños…
– Para muchos no será posible llegar adonde vos llegaste ¿Qué te importa dejarles?
– Es verdad… A mí, lo que me mueve y conmueve es lo que este arte nos da y eso quiero que vivan; pero también quiero compartir aunque sea un granito de lo que uno pasó, como a mí me lo dieron también. Compartir que estamos acá y que venimos de donde venimos, todos. Esa combinación es lo importante, porque no soy solo yo, ellos me enseñan también a mí…
– ¿Qué le deja a Luciana Paris un grupo de bailarines no profesionales de San Juan?
– ¡Muchísimo! A mí me gusta trabajar con bailarines que no son profesionales, me desafía como maestra, me nutre más. Y más allá de lo artístico, es de esas experiencias de vida que nos van a marcar, eso a mí me emociona… Para mí es un regalo.
> Todos invitados
Luciana Paris y Jonatan Luján -mendocino que integra el ballet del Metropolitan Opera House de Nueva York- brindan un seminario de puertas abiertas al público en el Teatro del Bicentenario (hoy de 10 a 14 h, lunes y martes, de 14 a 19 h). Culminará el miércoles a las 15 h, con entrada libre. “Está dentro del plan de formación del Programa de Danza del Teatro, que dirige Victoria Balanza. En esta oportunidad, se hizo hincapié en danza de conjunto, con el segundo acto de Lago de los Cisnes. Nos pareció una propuesta desafiante y superadora, que es lo que el programa busca’, dijo a DIARIO DE CUYO Silvana Moreno, directora del TB, quien agregó que el público ha respondido muy bien a estas invitaciones.

