Un grupo de conductores de vehículos todo terreno ingresó sin autorización a la reserva sanjuanina y destruyó parte de su superficie única. Lo que para ellos fue diversión, para Calingasta y el país entero es una pérdida ambiental y patrimonial que tardará años en repararse.

Lo ocurrido en la Pampa del Leoncito, en el departamento Calingasta, no puede pasar inadvertido ni quedar impune. Dieciséis areneros, conducidos por personas de distintas provincias -entre ellos empresarios de Córdoba y San Luis- ingresaron sin autorización a esta reserva natural y realizaron maniobras que dejaron profundas huellas sobre un terreno que tarda décadas en regenerarse. La irresponsabilidad, disfrazada de aventura turística, provocó un daño ambiental de enorme magnitud en uno de los paisajes más emblemáticos de San Juan.

El intendente de Calingasta, Sebastián Carbajal, fue quien denunció el hecho y se trasladó al sitio junto al comisario del lugar para constatar los destrozos. La indignación de los vecinos no tardó en manifestarse: la Pampa del Leoncito —también conocida como Barreal Blanco- es un símbolo de identidad local, orgullo sanjuanino y atractivo internacional. Su suelo, de textura salina y finísima, es un ecosistema frágil que se conserva intacto gracias a estrictas normas de preservación. Basta con observarlo para entender por qué el carrovelismo -impulsado solo por el viento- es la actividad permitida, no altera el terreno ni deja huellas.

Por el contrario, los areneros de gran potencia provocan una compactación y rotura de la superficie que ningún esfuerzo humano puede revertir rápidamente. Solo el paso del tiempo, la lluvia y el viento podrán restaurar parcialmente el suelo, un proceso que podría demorar décadas. Lo que fue una ’diversión‘ para unos pocos, se transformó en una herida abierta para todos.

El hecho pone en evidencia la necesidad urgente de reforzar los controles en las áreas protegidas. Aunque la Municipalidad de Calingasta venía trabajando con Gendarmería y la Policía en un plan conjunto de vigilancia, el grupo logró vulnerar los límites. Es imperioso que haya sanciones ejemplares y que se intensifique la educación ambiental, porque sin conciencia colectiva no hay ley que alcance.

La Pampa del Leoncito es mucho más que un atractivo turístico, es un patrimonio natural que pertenece a todos los argentinos. Su belleza, que ha maravillado a científicos y viajeros del mundo, merece respeto y cuidado. Dañarla por inconsciencia o vanidad no solo ofende a San Juan, sino que hiere el valor más profundo que tenemos como sociedad. La responsabilidad de preservar lo que la naturaleza nos confió.