La experiencia que está dejando la pandemia de coronavirus en todo el mundo, con notables asimetrías en los programas sanitarios de naciones ricas y emergentes, en particular por la disponibilidad de vacunas, uno de los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad, promueve un nuevo tratado internacional contra futuras crisis sanitarias globales. La idea la refrendan más de una veintena de líderes de naciones desarrolladas y emergentes, ya que el Covid-19 ha demostrado que "nadie está a salvo hasta que todos estén a salvo”, según expresan en una carta conjunta.

La canciller alemana Angela Merkel, el presidente francés Emmanuel Macron, el primer ministro británico Boris Johnson y el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que encabezan la convocatoria, aseguran que la pandemia actual representa el mayor desafío para la humanidad desde la II Guerra Mundial. Por eso es necesario un tratado similar para establecer una cooperación transfronteriza.

El sistema multilateral sugerido tiene el modelo de postguerra con objetivos claros de unir a los países disipando las tentaciones del aislacionismo y de nacionalismo, para abordar los retos que solo podían lograrse de manera conjunta con espíritu de solidaridad y cooperación. Con el mismo propósito los países deben estar ahora mejor preparados para predecir, prevenir, detectar, evaluar y responder eficazmente a las pandemias de manera sumamente coordinada, observa la nota abierta.

Sin duda vendrán nuevas pandemias y otras grandes emergencias sanitarias, y ningún gobierno u organismo multilateral podrá hacer frente individualmente a las amenazas por lo cual se necesita un trabajo mucho mayor a los implementados ahora. Debe recordarse que el mundo en su conjunto no será vacunado hasta bien entrado el 2022, con el mejor de los pronósticos, y en ese tiempo surgirán complicaciones con las nuevas cepas de coronavirus y el desarrollo de otras fórmulas para inocular masivamente.

El tratado sugerido tendrá sus demoras burocráticas porque debe insertarse en la Constitución de la OMS y de otras organizaciones que la complementan, y en el Reglamento Sanitario Internacional, donde todos los Estados miembros deberán autorizarlo. Pero la complejidad es política y económica por los grandes intereses en juego a partir del desarrollo de las vacunas y medicamentos, con gigantescas inversiones. El panorama actual se presenta diferente a la geopolítica derivada de la devastación bélica, ante un mundo con grandes desequilibrios sociales, pobreza extrema y posiciones ideológicas rayanas en el fanatismo.