El desarrollo de vacunas contra el Covid-19 en tiempo récord fue un logro histórico de la ciencia, pero la fabricación y el suministro no están a la altura de las urgencias de una pandemia. Los países pobres no pueden comprar, las naciones emergentes como Argentina, dependen de variados suministros con contratos incumplidos por los fabricantes y las potencias, como Estados Unidos, se jactan de tener tantas dosis como un arsenal, que será compartido con terceros países, según el presidente Biden.


La Sputnik V no se entregó en el tiempo y la cantidad acordada y se recurrió a la Covishield procesada en India, al fondo Covax y a la china Sinopharm, alterando el plan de inmunización nacional contra el virus Sars-CoV-2. Pero el problema más serio es con el incumplimiento del contrato que Argentina firmó el 6 de noviembre de 2020 con la farmacéutica AstraZeneca por 22,5 millones de la vacuna británica, que debían llegar en marzo de este año sin que se reciba ningún cargamento, no obstante el pago del 60% por adelantado de 89,6 millones de dólares. 


El canciller Felipe Solá fue contundente: "tenemos un gran problema que se llama AstraZeneca'', al informar sobre el incumplimiento de la multinacional que se limitó a responder que las dosis llegarán a partir del primer semestre de 2021 y que no tienen un cronograma de entregas, lamentando el retraso. El problema radicaría en la producción y control de calidad del fármaco de Oxford con suministros argentinos, mexicanos y estadounidenses, en diferentes etapas.


Este caso no es puntual sino parte de un incumplimiento global con mayor impacto en la Unión Europea, donde el tema ya está en la Justicia por la violación del acuerdo de provisión de vacunas para los 27 países miembros. De los 400 millones de dosis adquiridas únicamente se recibieron 30 millones, según lo planteado en el Tribunal de Bélgica, y los alegatos comenzarán el 26 de este mes. Un principio de arreglo de esta situación es la decisión de producir la vacuna totalmente en la Argentina como se ha propuesto últimamente, con lo que se evitaría la demora en la entrega. 


Los fabricantes en general tienen problemas de insumos que provienen de terceros países, incluyendo el principio activo elaborado en la Argentina, y trabas políticas para conseguirlos. EEUU prohibió, antes de asumir Biden, la salida de cualquier vacuna y elementos para fabricarlas, aunque luego se liberó, pero provocó grandes demoras y replanteos estratégicos. La salud sigue pendiente.