El transporte público de pasajeros viene siendo el medio más cuestionados por los infectólogos en esta pandemia y por ello se han adoptado restricciones en las reanudaciones de los servicios terrestres y aéreos, pero aún así es el propio usuario el que evita el medio no del todo convencido en que el distanciamiento reglamentario sea seguro. Estos temores se reflejan en las menores ocupaciones de las plazas autorizadas y las alternativas utilizadas para el desplazamiento personal, recreativo o laboral.


Estos cambios de hábitos se reflejan en las grandes urbes, particularmente en Europa, pero también en otros lugares incluyendo a nuestra provincia, con la aparición del monopatín eléctrico y también muchos interrogantes sobre su seguridad y reglamentación. Como ha ocurrido con otros avances tecnológicos, comercializados y utilizados antes de definir las normativas reglamentarias, caso de los drones que hasta llegaron a interferir en el tránsito aéreo e irrumpir en la intimidad de las personas.


La Ciudad Autónoma de Buenos Aires debió modificar el Código de Tránsito y Transporte para dar lugar a los "dispositivos de movilidad personal'' como los denomina, con exigencias técnicas elementales frenos, bocina, luces y elementos reflectantes-, casco para el conductor y el límite de 25 km/h. aunque hay modelos que duplican fácilmente esa velocidad. Pero el problema más serio en el ámbito porteño es de infraestructura, porque como en otras urbes surgen interrogantes para utilizar estos artefactos en la vía pública, en principio limitados a ciclovías o bicisendas, aunque se los ve zigzagueando en calles y veredas.


Las transgresiones son variadas, desde la edad de 16 años para utilizar los monopatines hasta los lugares donde transitan, como ocurre en San Juan y por ello urgen disposiciones de transitabilidad. Las opiniones de los especialistas están divididas en el mundo. En ciudades de España permiten acceder a los trenes con bicicletas y monopatines eléctricos plegables como simple equipaje de mano. Para la Asociación Luchemos por la Vida el monopatín eléctrico es un nuevo actor vulnerable y muy peligroso para sí los demás, son inestables, poco visibles, muy silenciosos y circulan a velocidades considerables por todas partes. Además, sostiene, los usuarios no tienen en claro qué son en la vía pública al moverse en estas micromovilidades ocasionando serios problemas para automotores y peatones.


Ante este panorama es necesario contar con un marco regulatorio en nuestra provincia, con controles muy estrictos teniendo en cuenta la fragilidad de estos nuevos ocupantes del sistema vial urbano, más todavía siendo escasas las bicisendas o carriles específicos locales para contenerlos.