La tragedia golpeó a la familia Cheesman en Nottingham: su hija Zara, de apenas 15 años, murió por meningitis después de que los médicos y paramédicos minimizaron sus síntomas y le aconsejaron “dormir para recuperarse”.

El caso generó conmoción en el Reino Unido y expuso una cadena de errores y oportunidades perdidas para salvarle la vida.

Una cadena de advertencias ignoradas

Todo comenzó el 19 de diciembre de 2024, cuando Zara volvió del colegio con fiebre y vómitos. Esa misma noche colapsó en su casa.

Al día siguiente, sus padres, Judith y Mark, llamaron al servicio de emergencias y la llevaron a la guardia del Queen’s Medical Centre (QMC). Allí, los médicos le diagnosticaron un simple “virus estomacal” y la enviaron de regreso a su casa.

La familia quedó “frustrada” porque no le hicieron un análisis de sangre y “devastada” porque los profesionales no descartaron la posibilidad de meningitis.

El momento clave: “Solo necesita dormir”

El 20 de diciembre, Zara amaneció confundida, desorientada y con comportamientos extraños: se desnudó en la cocina y no reconocía a sus padres.

A las 12:15, dos técnicos de la East Midlands Ambulance Service (EMAS) llegaron a la casa. Aunque reconocieron que era “claramente una nena muy enferma”, les dijeron a los padres que era “solo un norovirus” y que la adolescente debía “dormir para recuperarse”.

Judith y Mark aseguraron: “Si la hubieran llevado al hospital, a solo 10 minutos en ambulancia, creemos que Zara estaría viva”.

El desenlace más temido

En la madrugada del 21 de diciembre, Zara colapsó varias veces y quedó completamente débil. Cuando finalmente la trasladaron al hospital, ya había entrado en falla respiratoria.

Los médicos les informaron a los padres que la adolescente “casi con seguridad” habría sobrevivido si le hubieran dado antibióticos en su primera visita a la guardia.

El dolor de una pérdida evitable

Durante la audiencia en el tribunal de Nottingham, los padres leyeron un comunicado desgarrador: “Su vida fue apagada por la incompetencia individual y organizacional. Es imposible describir el dolor que sentimos”.

Judith recordó a su hija como “increíblemente amable, empática e inteligente. Era una fuerza de la naturaleza, una fuente de energía inagotable”.

Qué es la meningitis y por qué es tan peligrosa

La meningitis es una inflamación de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal. Puede ser causada por bacterias o virus y, si no se trata rápidamente, puede provocar complicaciones graves o la muerte en cuestión de horas.

Los síntomas pueden confundirse con una gripe o una intoxicación común, pero hay señales de alerta que deben encender todas las alarmas:

  • Fiebre y/o vómitos
  • Somnolencia extrema o dificultad para despertar
  • Confusión o delirios
  • Dolor de cabeza intenso
  • Rigidez de cuello
  • Erupción en la piel
  • Respiración acelerada o dificultad para respirar
  • Piel pálida o moteada
  • Dolor en las extremidades o articulaciones
  • Manos y pies fríos

La meningitis es una enfermedad que se puede tratar con antibióticos si se detecta a tiempo. Por eso, los especialistas insisten en la importancia de actuar rápido ante cualquier síntoma sospechoso.

El reclamo de una familia y una advertencia para todos

La muerte de Zara Cheesman dejó “un vacío enorme” en su familia y reavivó el debate sobre la atención médica de urgencia en el Reino Unido.

Sus padres insisten en que “la meningitis es una enfermedad muy tratable” y que la falta de acción y de controles básicos le costó la vida a su hija.

El caso de Zara es un llamado de atención: conocer los síntomas y exigir atención inmediata puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.