Marciano dialoga concentrado en lo que dice. Y se nota que el éxito no lo transportó a Marte -tan sólo a México-. Por el contrario, reflexiona sin mampostería y rememora sus logros desde la sencillez y muy lejos del imaginario "sexo, drogas & rock and roll". Cantero y su troupe recalarán en el Teatro Sarmiento el 22 a las 20.30 (entradas a $65, 85 y 100, en DATA y boleterías de la sala), pero antes, charló con DIARIO DE CUYO.
– Regresan con "Inédito" después de 4 años ¿Qué ofrece la placa para redimir la ausencia?
– Básicamente es un disco con canciones que habían sobrado de trabajos anteriores y que nos gustaban mucho. Incluimos también Adicciones, que forma parte de una serie mexicana. Uno asocia esa palabra con las drogas, pero uno es adicto a muchas cosas. Yo, a la comida, a la computadora…
– ¿Por qué te fuiste a vivir a México?
– Porque el amor es así (risas). Mi novia es de allá y tenemos mucho trabajo en el exterior. Me pareció copada la idea de aprender de otras culturas.
– ¿Existe la posibilidad de radicarte nuevamente acá?
– Si quisiéramos con mi señora nos mudaríamos, pero estamos bien en Hermosillo (NdR: noreste de México). Igual viajo como 5 veces al año a Argentina… somos pocos convencionales. Nos pasó lo mismo con la banda cuando nos fuimos de Mendoza. No nos importó nada con tal de llegar a Buenos Aires y triunfar.
– ¿Fue duro el comienzo?
– Muy. Sufrimos hambre real y un montón de cosas. Pero nos cag… de hambre de verdad ¿eh? Cuando arrancamos con las giras por Latinoamérica, por decirlo de alguna manera, el camino era de ripio y ahora está pavimentado. Pero valió la pena.
– A lo Cristóbal Colón conquistaron América y fueron precursores en proliferar el rock argento..
– Me siento súper orgulloso de eso. Me acuerdo que cuando tocamos en New York por primera vez y la gente cantaba nuestras canciones yo decía entre mí "pensar que las escribí en mi habitación de Mendoza…" Es muy fuerte. Pero nos sacrificamos bastante para todo.
– ¿Para saborear las mieles del éxito es necesario sufrir?
– Y sí. Mirá, siempre le digo a mi hijo que si quiere recibirse de ingeniero va a tener que estudiar 6 años. Ahora, ¿Por qué si quiere ser músico y pretende serlo de un día para el otro? No, no es así la realidad. Lo bueno cuesta muchísimo.
– ¿Qué le aconsejas entonces a los que sueñan con ser rockstars? Por lo que decís, no es de taquito…
– Primero, no me siento rockstar. Soy un trabajador de la música. Segundo, yo les diría, OK, acompañame a una gira, bancate los horarios, tener que tocar a la 1 de la mañana, acostarte a las 4 y levantarte a las 6 para tomarte una avión. La música es un trabajo como cualquier otro y hay que romperse para lograr todo. Y componer buenas canciones, claro.
– Hablando de eso ¿Se consideran una banda retro o Los Enanitos van más allá de La muralla verde y Lamento boliviano?
– No es tan fácil presentarle canciones nuevas a la gente. Hace poco fui a ver a Paul McCartney, tocó sus temas nuevos pero el público le pedía sus clásicos. No es tan grave tampoco.
– En Big Bang (1994) exploraron un sonido muy Soda Stereo. Si te digo "cerrá los ojos y pensá en Gustavo Cerati" ¿Qué aparece?
– A ver… me acuerdo que él siempre le pedía la guitarra a Felipe (Staiti, guitarrista de Enanitos). Soda fue quizás la primera banda argentina en tener éxito en el exterior y nosotros veníamos al lado. Pero el otro día me pasó algo muy loco. Escuché el demo de una canción que no grabamos y que hablaba de alguien que químicamente cambia algo adentro y se trasforma en otra persona. Dije: ¡Wow, como representa la realidad actual de Gustavo! Ojalá que la vida le dé otra oportunidad. Nadie puede negar que le sacó el jugo a la vida.
– ¿Y a vos Marciano? ¿El éxito te hizo vivir en Marte o siempre tuviste los pies sobre la Tierra?
– Siempre con los pies en la tierra. Simplemente soy un músico que nació en Mendoza, que se siente orgulloso de ser cuyano y que tuvo una buena base para extenderse al mundo. Y bastante bien (risas).

