A los 37 años, Paloma Herrera es una de las bailarinas más importantes del mundo. Pero una de las cosas que distingue a la estrella argentina del prestigioso American Ballet Theatre (ballet oficial de Estados Unidos) es que batió varios récords. Por audición ingresó a la escuela del ABT y seis meses después fue elegida para el rol principal de Raymonda Variation en el workshop anual. Su talento le valió una invitación a tomar clase con la compañía. Cuando terminó, tenía un contrato frente a su nariz, para ser parte de la meca con la que había soñado desde nena. Corría el mes de junio y tenía sólo 15 años, uno menos del mínimo exigido. Ya estaba haciendo historia. Dos años después, en junio del "93, llegó su primer ascenso: pasó del Cuerpo de baile a Solista. Y en marzo del "95, con 19 años, se transformó en la más joven Primera Bailarina (Principal) en la historia de la compañía. Excelencia que, entre otros honores, le valió ser la primera argentina en conseguir la visa como "extranjero de extraordinario talento’ a los 17 y ser -desde 2004 a la fecha- la integrante más joven del Jurado del Kennedy Center Honors, premio a la trayectoria artística más importante de Estados Unidos. Laureles que no hicieron mella en su pasión por la danza ni en su sencillez. Desde Estados Unidos, donde tiene la dicha de ser la única Principal que interpretará el rol estelar de los ballets completos del ABT en el Metropolitan House de Nueva York, charló con DIARIO DE CUYO.
– ¿Cómo viviste esos tres momentos tan importantes en el ABT: cuando te contrataron, cuando te nombraron Solista y cuando te ascendieron a Principal?
– El gran impacto fue a los 15 años cuando me contrata el American Ballet Theatre. Era un sueño increíble que se hacía realidad, poder formar parte de una de las compañías de ballet más prestigiosas del mundo, la que más admiraba y que, desde muy chiquita, tanto disfrutaba viendo los videos con Baryshnikov como gran Bailarín y Director del ABT. Luego, la posibilidad, casi inmediatamente, de bailar roles de Solista y ser nombrada Primera Bailarina a los 19 años -lo que nunca antes había sucedido en el ABT- fue una emoción indescriptible pero se dio todo muy naturalmente, lo que me produjo siempre una gran felicidad, "tocar el cielo con las manos’ y a la vez permanecer en una actitud como dicen los americanos "humble", y que yo llamo "cero divismo’.
– Y desde ese lugar, ¿qué ves cuándo mirás hacia atrás?
– Muchísimas experiencias, una gran libertad en el escenario y la felicidad de bailar, como si fuera siempre la primera vez.
– Completamente, no hay nada como la experiencia para que el disfrute sea mucho más profundo.
– Lo sentí siempre, pensaba que todos nacían sabiendo que iban a ser. Desde los 7 años sentí que era un mundo muy especial e hice lo que deseaba hacer, con gran pasión.
– Se fue dando de forma tan natural… ¡lo único que quería era bailar!
– ¡¿Cómo no recordarlo?! Era en "Escenas de Ballet" a los 9 años en el Teatro Colón, siendo alumna de la Escuela del Teatro Colón. Fue maravilloso, realmente mágico pisar ese escenario, emocionante e inolvidable.
– Sí, hay ballets que no se reponen frecuentemente como "Manón" que me encantaría interpretar y coreografías de grandes creadores como el ballet "Premiere" de Alexei Ratmansky que estrenaremos en esta temporada del Metropolitan Opera House, de Nueva York. ¡Trabajar con coreógrafos talentosos es tan inspirador!
– Para mí, Mikhail Baryshnikov es un referente fundamental y, sin duda, lo es para la historia de la Danza, para el ABT y de allí nació mi deseo de bailar en esa Compañía. Como artistas: Sylvie Guillem, Alessandra Ferri y como maestros: mi maestra Olga Ferri, mi coach Irina Kolpakova y mi Director del ABT, Kevin McKenzie. Mis tres maestros me han marcado mucho en mi carrera.
– Sí, soy consciente pero a la vez me toma de sorpresa, especialmente lo que sucede con la gente de la Compañía.
– Bien, porque no creo ser famosa, especialmente porque en estos tiempos de internet yo estoy totalmente ajena a ese mundo. Estoy rodeada de gente que quiero pero, a la vez, alejada de lo pueda decirse de mí, sea bueno o malo.
– ¡¡El ambiente del ABT es fantástico!! Por algo estoy hace 22 años en esa Compañía. Es realmente una verdadera familia. Todos trabajamos muchísimo y muy armoniosamente. Siempre me sentí muy cómoda con toda la gente del ABT.
– Sí, lo vi y la primera vez me pareció tétrico. La segunda vez pude disfrutarlo más porque fílmicamente está muy bien hecho pero el ambiente que se muestra es de enorme desequilibrio y crueldad. El Director del ABT es un ser maravilloso por lo que me es totalmente ajeno lo que ocurre en la película. Para mí no tiene ninguna semejanza con la realidad, es sólo una película de terror.
– Fue una elección. Si volviera todo hacia atrás, sería feliz de repetir lo que hice. Conservo un entrañable amor por mi país, mi familia, mi gente amiga y siento que no tuve que renunciar a nada.
– Todo lo contrario, disfruto de mi entrenamiento, ensayos, funciones, viajes, amo mis puntas y jamás, jamás he sentido "no tener ganas". El proceso de trabajo de preparación, como son mis clases de yoga y de estiramiento, también las hago con inmenso placer.
– No tengo la menor idea.
– No tengo cosas pendientes. En el momento que estuve en pareja era bueno para mí y ahora sé que es difícil formar una familia, pero nunca me manejé con reglas de tiempo prefijadas, no soy de planear y me ha ido muy bien, las cosas se dan.
– No, no creo ser un "orgullo nacional’. Trato de hacer lo que amo y dar lo mejor de mí. Estoy y estaré siempre orgullosa de haber sido formada en Argentina. Yo diría que sólo soy un "producto argentino’.
– Yo sería feliz. Adoro mi país, mi familia, mi gente, pero no tengo nada planeado. Haré lo que me haga feliz, donde la vida me lleve.