El evangelio de Evita es la obra que protagoniza junto a Juan Vitale, y que escrita por el marplatense Carlos Balmaceda, la lleva por todo el país.

"Me encanta, porque las giras te dan la posibilidad de llegar a lugares de nuestro país que por ahí uno se pierde de conocer, porque es complicado con el trajín de la vida diaria ¿no? Además es muy lindo armar ese encuentro entre el público y el actor", dice en diálogo con DIARIO DE CUYO la extrovertida actriz, quien además se muestra muy compenetrada con el personaje que la devolvió a las tablas.

"Es una obra importante", valora seria, y entre risas cuenta que cuando decía que iba a hacer a Eva, todos -asociándola con los musicales de Madonna o Nacha Guevara- le preguntaban si sabía cantar.

– ¿La obra rescata a la Evita mujer o a la política?

– Es imposible, a esa altura de su vida, separar, sacarla del contexto en el que estaba. Era una mina que se estaba muriendo, que yo creo que sabía perfectamente lo que le estaba pasando; que no pudo cumplir su sueño de tener un hijo, y que renunciaba a la candidatura a vicepresidente, que era otra de las cosas que más quería. Todo eso la atravesaba…

– Si bien es ficción ¿creés que la aborda en integridad?

– Yo no soy peronista ni estamos haciendo una apología. Eva era una mujer laburadora y fuerte, combativa incluso antes de conocer a Perón y que vivió en una época donde la mujer no tenía ninguna participación; y llegó y rompió todo. Pero también hay que reconocer que tuvo una faceta bastante drástica, al menos para mi gusto.

– ¿A qué te referís?

– Bueno, yo no viví esa época, pero a mí no me gustan los fanatismos de ningún tipo, porque creo que separan a las personas. No me suena bien que todo tuviera que llamarse Eva Perón o General Perón, suena muy tiránico, demagogo… eso es lo que menos me gusta de ella y otro par de cosas. Pero creo que hizo muchas cosas importantes y que realmente dejó la vida por lo que creía; y eso me gana. Además era actriz, lo que me hermana con ella…

– ¿Sabías de su historia o la investigaste personaje en mano?

– Leí la obra, me gustó más allá del personaje. Y antes de decir que sí, me metí en Internet y me puse a leer todo lo que pude sobre Evita y ví videos… Hay muchas cosas que no sabía hasta antes que me llegara el personaje… Y la verdad es que yo nunca imaginé hacer a Eva Perón.

– No debe ser fácil encarar a un personaje fuerte, real, actual… ¿te amedrentó?

– La verdad es que yo me identifico con algunos aspectos de Eva que fui aprendiendo. Y uno es que ella no era miedosa, lo dice en la obra. Y yo tampoco. Descanso mucho en el amor que siento por mi profesión y al momento de elegir no hago otra cosa que seguir mi corazón. No me pongo a pensar en la crítica ni en la política, ni a quien le gustará o a quien no. Si fuera así tendría que quedarme en mi casa.

– Pero te habrán llegado comentarios…

– Sí, muchos y diversos. Pero la mayoría de los que se acercan es para hablarme bien. Recuerdo una chica en Mar del Plata que me esperó a la salida, me contó que tenía una fundación que llevaba el nombre de Eva y me dijo una de las cosas más lindas que le pueden decir a un actor: me agradeció porque luego de verme sintió que la había conocido personalmente. Y ese es el objetivo, más allá de las simpatías o no que uno tenga, transmitir una historia.

– Y cómo manejaste lo físico, porque no sos parecida a Eva…

– A mí lo único básicamente que me hizo ruido fue el tema de los ojos, porque ella los tiene muy oscuros y yo muy claros, entonces dije "¡Nadie se va a creer que soy Eva Perón!", de arranque iba a tener una en contra. Pero el autor y director me dijo que más allá del bosquejo físico, importante porque es muy simbólico, él quería contar quién era Eva, más allá del mito, una mujer que se apasionó, que vivió, que era testaruda, que sufrió, que tenía deseos, que dejó jirones de la vida… Transmitir emociones. Eso era lo que importaba y para eso no era un impedimento tener los ojos claros.