Ilusionado. Feliz. Profundo. Serio. Sereno. Así suena hoy Alejandro Lerner, pero no en sus canciones -o al menos no sólo en ellas- sino en una charla a la que se entrega con la misma cordialidad de siempre. Un diálogo que tendrá tópicos centrales, como su flamante paternidad a los 52 años (tuvo su primera hija en octubre pasado), este país dividido que lo preocupa y el recuerdo a dos grandes: La Negra y Sandro. De todo eso, y algo más, habló el cantautor con DIARIO DE CUYO antes de su regreso a la provincia, el 24 de enero, cuando será una de las figuras de la Fiesta de Albardón; a la que llegará por primera vez en familia, para presentar su nuevo espectáculo Sueños de Elefante.
– ¡Cómo cambió tu vida Luna !
– ¡Uf! Hay un antes y un después, sí, gracias a Dios, porque más allá de que yo he sido bastante feliz y he acordado con la vida que he tenido, estoy dibujando ahora algo completamente nuevo.
– ¿Que sacó la beba de Lerner que ni Lerner conocía?
– Abrió más el corazón. Un hijo abre el corazón sin preguntas. Yo viví toda la llegada de Luna con amor, con un inmenso amor y mucha ilusión…
– Ilusión y también responsabilidad…
– Pero qué lindo tener una responsabilidad así, porque hacemos tantas cosas irresponsables, porque no tenemos a quién dirigir nuestro amor y responsabilidad. Un hijo es ganas de estar bien, de sentirse joven, de compartir, de aprender, de que pasen cosas lindas…
– Sentís que la paternidad te encuentra bien posicionado…
– Creo que sí, porque todas las bolud… que quería hacer ya las hice, por lo menos una gran parte. Y de ahora en más todas las locuras que quiera hacer van a ser con mi hija.
– ¿Y cómo es papá Lerner? ¿Sos de cambiar pañales y todo eso?
– Soy de los papás que acompañan, sí, que cambian pañales, que a veces se despierta y a veces no porque se tomó una pastillita para dormir porque estaba quemado; pero participo.
– ¿Querés que tu hija se críe acá o en Estados Unidos?
– Va a viajar con nosotros. Hay una vida que tenemos en Los Angeles que tiene sus pro y sus contras. Tiene una convivencia más civilizada, pero no tiene nuestro folclore, sobre todo en lo relativo a la familia o los amigos, cosas que uno añora; pero bueno, en cierta medida nosotros ya somos medio ciudadanos del mundo. Fijate que en estos días, la beba va a conocer quince olores distintos, de cada lugar adonde vayamos…
– ¿Te preocupa su futuro, la inseguridad?
– No, lo único que me preocupa en relación con la beba es el ámbito. Me preocupa que nuestro país sea tan adolescente, que no se vea hacia dónde quiere despegar, que la pelea no es contra algo, sino entre todos nosotros… Eso es lo que yo siento, como que estamos adolecidos. Hay grandes diferencias entre todos -la presidenta, el campo, el vicepresidente, las elecciones- y muy poco encuentro. Somos focos de separación.
– ¿Pensás que va a cambiar?
– Creo en un cambio porque creo en nuevas generaciones, y la ilusión la tengo puesta en eso.
– ¿Coincidís con las declaraciones de otros famosos sobre, por ejemplo, la inseguridad?
– Sí, en parte, no con la violencia. Pero creo que el nivel de violencia que hay tiene que ver con el nivel de violencia que hay en la cima, en el manejo de poder. Cuando hay violencia arriba, hay violencia abajo, cuando hay ignorancia arriba, hay abajo. La corrupción de los de arriba es la delincuencia de los de abajo. El poder político a veces ensordece o enceguese, y así es el más peligroso de los poderes.
– ¿No te tienta ejercerlo, para mover las cosas desde adentro, como dicen?
– No. Lo único que me gustaría ahora es ser un buen padre, un buen hijo, un buen compañero, un buen hermano, un buen artista… No me interesa ningún tipo de poder que no tenga que ver con la vocación ni con el amor que tengo.
– Y en este contexto ¿Cuál es el gran sueño de elefante de Lerner?
– Una Argentina unida, ilusionada, entusiasmada, con la mentalidad de Nación que hemos perdido hace bastante tiempo. Fijate que Luna termina de redondear esta ilusión. Ella une a una familia, la mía, que se integra a otra más grande, y eso es lo que me gustaría proyectar a futuro, esa idea de gran familia.
– Luna nació en octubre, cuando se fue Mercedes, a quien conociste bien…
– Los que llegan y los que se van… sí, así es. Yo viví su partida muy triste, muy dolido, como la de Sandro también; porque además de fan uno es amigo… como que se van personas que son irrepetibles y que a mí en lo personal me dejaron grandes momentos ¿no?.
– ¿Qué atesorás de ellos?
– De la Negra, su capacidad afectiva, eso de abrazarte como si fuera tu mamá. Y de Sandro… siento la admiración a esa gente que nace para ser una gran estrella y que tiene la capacidad de haber sido tan coherente y consecuente con su vida.
– ¿Te sentís identificado, reflejado en ambos?
– Yo creo que soy una artista de puertas abiertas. Aprendo. Creo que soy un aprendiz constante.

