La mayoría de las personas asocia su rostro -enmarcado por una particular cabellera blanca- con los geniales Les Luthiers. Y está más que bien, porque es integrante del mismo, oficialmente, desde 1971, cuando compuso la primera ópera original del extraordinario combo: Voglio entrare per la finestra. Sin embargo, Carlos López Puccio no es sólo un Les Luthiers. El apellido de este artista -que ayer celebró 64 años- también es sinónimo de actividad coral. Fue este santafecino, licenciado en dirección orquestal y consejero artístico del Teatro Colón, quien en 1969 creó el aún recordado coro Nueve de Cámara, el que estuvo al frente del Polifónico Nacional desde el 2000 al 2003 y quien desde 1981 hasta la actualidad dirige el prestigioso Estudio Coral Buenos Aires, una agrupación de profesionales y repercusión internacional. Y es por esta veta que López Puccio visitará San Juan, para recibir un homenaje en el marco del "Ansilta, Festival y Concurso de coros", que ese día baja el telón (ver aparte). Antes de su visita "furtiva" (el sábado llegó de Chile, donde actuó con Les Luthiers; y el martes debe dirigir un concierto en Buenos Aires), el simpático y sencillo artista evocó su "doble vida" con DIARIO DE CUYO.
– ¿Siempre tuvo clara su vocación musical?
– Desde muy chiquito me encantaba la música clásica, en casa se escuchaba, así que empecé a estudiar violín a los 9 años. Una cosa fue llevando a la otra, y acá me encuentro… Yo siempre quise ser director de orquesta,.. en esa época eran personajes célebres, eran los melenudos artísticos, realmente mucho más fashion que hoy. Supongo que -además de que la música me apasionaba- también me fascinó eso…
– La melena se la dejó…
– Algo es algo, no tengo la maestría de esos grandes, pero al menos sí la melena…
– Modestia aparte…
– (Risas).
– Y entre una cosa y otra, como dice, la música lo llevó a Les Luthiers
– A los 17 me fui a Buenos Aires a estudiar dirección orquestal y lógicamente me relacioné rápidamente con esta gente, que era gente de coros. En ese momento hacían falta músicos para Les Luthiers y yo era un candidato ideal: era músico, tenía la edad, era más o menos divertido, nos fuimos haciendo amigos y en un momento fue necesario que entrara.
– ¿Y cómo fue llevar esta doble vida?
– Es algo que hasta yo me pregunto… lo que pasa es que las dos cosas fueron creciendo juntas y acomodándose. En ninguna de las dos, además, yo sigo órdenes; sino que soy co-dueño y siempre pudimos respetar los espacios privados.
– ¿Se retroalimentan?
– Por lo menos hay vasos comunicantes importantes. Las dos trabajan con materia prima musical, que es esencial; y tratan de ser cosas de calidad, de cuidado y de respeto por el trabajo… hay un montón de cosas que son comunes… Y de hecho hubo infiltraciones profesionales, porque yo como director he trabajado para Les Luthiers… aunque Les Luthiers nunca trabajó para mi coro como proveedor de material…
– Deuda pendiente…
– Sí, sí, lo tengo que pensar (risas)
– No le dio la exclusiva a ninguna, las dos son esposas y amantes…
– (Risas) Son dos amores similares pero muy distintos a la vez. En Les Luthiers yo la paso muy bien, exploto una veta de mi personalidad que tiene que ver con lo escénico, lo teatral, escribo mucho. Y en los coros soy director, tengo un rol más preponderante, más dictatorial en cierta medida, y al mismo tiempo de más responsabilidad, porque en Les Luthiers soy uno en cinco…
– Recién habló de calidad, un sello de ambas carreras ¿Es algo que se propusieron o no había alternativa?
– Yo creo que en las dos actividades, si la cosa ha tenido éxito es porque fueron propuestas indiscutibles desde el principio. De otro modo, no me hubieran interesado ninguna de las dos, realmente.
– ¿Ambas propuestas fueron abandonando un lugar más críptico, para ganar en popularidad, aunque sin perder el nivel?
– Bueno, sí y no. En las dos, curiosamente, hay aspectos que son un poco crípticos. Cierta parte del humor de Les Luthiers es para el melómano muy informado, para gente culta, para la cual el espectador tiene que tener una buena preparación. Lo que pasa es que la base es muy ancha y ahí hay humor para todos. Y con mi coro también hago un repertorio de base ancha, pero no tan ancha. Lo que tiene es que trato de hacerlo de la manera más accesible posible, sin abaratar el producto. ¿Qué quiero decir? Siempre que hacemos alguna cosa muy rara trato de tener contacto con la gente y de explicar de qué se trata, de hacerlo entendible…
– La idea es nivelar para arriba y no hacer demagogia barata…
– Para eso hay mucha gente que lo hace y muy bien, respetables también, pero es otra franja.
– ¿Quizás por eso no prosperaron otros grupos del estilo Les Luthiers?
– Imitadores y copiadores hemos tenido unos cuantos, pero por su misma naturaleza estaban condenados al fracaso, porque si hubieran tenido la grandeza para hacer una cosa de la calidad de Les Luthiers, hubieran hecho una cosa diferente, justamente.
– Y a López Puccio ¿Qué música le gusta escuchar y qué humor lo hace reír?
– La lista de lo que me hace reír no es muy larga, pero hay unos cuantos: Fontanarrosa, Quino, Chaplin… todo eso me gusta. No hay muchos argentinos… Y de música, curiosamente escucho poca música coral en casa, soy muy clásico, escucho mucha música de cámara, desde Beethoven en adelante…
– Y cuando escucha al Estudio Coral, la niña de sus ojos; y ve a Les Luthiers ¿disfruta?
– Ahí hay una mezcla de satisfacción y mirada profesional. Son muchos años de mirar para seguir produciendo y manteniendo el nivel. Yo grabo todo… Y es muy difícil liberarse de eso…
– ¿Llegará el tiempo en que pueda disfrutarlos más?
– Y a veces me dan ganas. Si no estuviera en Les Luthiers, sería su público, eso seguro. Y con el Estudio Coral me pasa lo mismo.

