FOTOS: Marcos Urisa

Cuando era niño aprendió a tejer, algo que es un saber que se transmite de generación en generación, y que no distingue géneros. Mauricio Gómez es integrante de la "Comunidad Warpe del Territorio del Kuyum" y es el único que enseña en talleres este oficio ancestral. Trabaja desde hace algún tiempo en el ámbito de la Municipalidad de Rivadavia en talleres en distintos lugares, como el más reciente en el Chalet Cantoni, los jueves. 


"Empecé a tejer a los 12 años, nuestra guía espiritual Argentina Quiroga nos hizo conocer mucho de nuestra propia cultura y en ese conocer, en ese camino, nos presentó a las abuelas tejedoras" comentó Gómez a DIARIO DE CUYO. 


Con un grupo formado únicamente por mujeres, Mauricio enseña a tejer en un telar de mesa. Ruanas, bufandas, caminos de mesa o tapices son algunas de las piezas que podrán ir saliendo de este curso que recién comienza y en el que puede "mezclar un poco de lo contemporáneo con lo ancestral". A la hora de conceptualizar qué define al tejido huarpe, Mauricio apunta a que son los materiales los que varían. 


"Tanto el huarpe como el tejido de toda América, el armado del telar es muy similar, la diferencia es que hoy para armar telares usamos clavos, que antes no se usaba. Era un marco de madera, que acá en San Juan se usaba retamo, algarrobo... y todavía hay algunos telares plantados de algarrobo en algunas casas. La técnica es similar a la moderna, eso no cambió mucho, lo que cambió son las texturas de las lanas, son otros colores, se usan sintéticos. Quien va a prender quiere hacer prenda, camino de mesa, utilitarios, también se pueden tejer tapices, es una experiencia muy linda, es como dibujar con los dedos y la lana es la tinta", describió. 


"En mi clase, si bien tejemos con lana sintética, doy la posibilidad de quien quiera tomar contacto con el tejido ancestral pueda hacerlo con la lana desde cero. Desde la esquila, si se puede y todo lo que es escarmenado, que es la limpieza, el teñido con fibras naturales, semillas y cortezas", contó Mauricio. "El conocimiento ancestral lo aplico con las dos técnicas a través del contacto con la lana, no sólo con la lana como un género; esto de obtener el vellón, la masa similar de la lana. No sólo el toque, sino el sentir; si vamos a utilizar un rojo, viene con el contacto con el árbol que se usará, conversar con él. Para otros teñidos se utiliza ceniza o cortezas, entonces entra nuestra cosmovisión a pleno. Para nosotros el fuego, Kitek, es muy importante. Aunque tejamos con materiales modernos, en todas las clases estoy contando lo que es nuestra cultura, no sólo la huarpe sino la americana en general" apuntó.


Gómez es uno de los tres tejedores varones que hay en su comunidad (uno de ellos es su padre). "Ahora está volviendo el tejedor varón. No es cultural propio del pueblo originario que la mujer se ocupe de ciertas tareas y el varón de otras, es algo que vino con la colonia y la invasión. Entonces a lo largo de los años en las comunidades el número de tejedores varones decreció muchísimo, pero en los últimos años sí hay varones que están retomando lo que hacían con sus abuelas: el hilado, tejer, el hacer prendas y no es algo de las mujeres solamente" relató.


Sobre cómo son recibidas sus enseñanzas, contó que la mayoría se sorprende que él sea parte del pueblo huarpe. "Lo primero es sorpresa, después siempre es positivo, el rechazo por ahí se encuentra de parte de cierto grupo de la comunidad estudiosa. Si vos agarras un libro de historia de la primaria, como me pasó cuando iba a la primaria, decía que el huarpe no existía, que estábamos extintos. Mi primera enseñanza no sólo fue aprender a tejer sino visibilizar mi propia existencia. Cuarenta años después si bien es más conocido, sigue la sorpresa incluso si me ven usando el celular, porque en su comprensión ven al indio en la canoa y en el campo y no con jean y zapatillas. No cabe en su cosmovisión que seamos parte de la sociedad interactuando con la modernidad" describió este artesano y trabajador que no oculta la pasión que siente por el oficio.


"El tejido no es sólo hacer una prenda, aprender a ver los patrones, diferenciar los colores; es algo muy satisfactorio, me llena el alma. El tejedor teje por necesidad pero también como arte. Todos tenemos arte, transmisión de saberes no es sólo enseñar un punto sino que en la charla también está poder enseñarles lo que era el pueblo y lo que es hoy", expresó.

Con clavos. Los usan los telares modernos, pero en los huarpes "los hilos abrazaban los palos", compartió Gómez. Las alumnas suelen elegir tejer prendas, pero algunas incursionan en tapices.