Por Violeta Marcovich y Estela Ruiz M.
DIARIO DE CUYO

Mario Segundo Pérez, un "obrero en el arte de pintar", como solía referirse a sí mismo, falleció de manera inesperada ayer, a los 58 años de edad, causando conmoción en el ambiente artístico local y entre quienes admiraban sus creaciones. Una infección en sus pulmones deterioró su salud, llevándolo al desenlace fatal que se conoció en la siesta de ayer, enlutando a la comunidad sanjuanina, que perdió a uno de sus más brillantes artistas. 


Luces, sombras, azules, ocres. Interminables cielos azules, noches estrelladas, pequeñas fogatas, pintorescos personajes, luciérnagas, barcos, arcas, diminutos caballos. San Juan, su tierra y sus tradiciones es lo que Pérez eligió para crear su propio cosmos, logrando un sello personal que le permitió trascender las fronteras de la provincia y de la Argentina, cobrando una notoriedad que hizo que famosas personalidades apreciaran su obra: la expresidenta Cristina Fernández lo destacó entre sus pintores favoritos, el exbeatle Ringo Starr compró uno de sus cuadros y otro de los Pérez de la serie "Los azules" estuvo en el living de Mirtha Legrand. 


Nacido en el seno de una familia trabajadora de Rawson, hijo de un pintor "de brocha gorda" -como él mismo relataba- fue el segundo de siete hermanos que crecieron en el barrio Capitán Lazo, donde tuvo una "infancia feliz", decía. "No había alumbrado público, las calles eran una boca de lobo. En la oscuridad, mi abuela por parte de madre que se llamaba Angélica siempre nos contaba cuentos mirando las estrellas. Nos decía que la Vía Láctea era un río de estrellas donde navegaban naves fantásticas y barcos piratas. Y cuando uno le preguntaba adónde iban, ella contestaba simplemente: van detrás de la casita de Dios. Por eso, el barquito de papel, los palitos, una pequeña fogata o una estrella, forman parte de estos cuadros", recordó alguna vez el artista.


Sus maestras lo alentaron a aprender dibujo, ganó un concurso de murales siendo joven, pero su padre quería que fuera ingeniero. Aunque lo intentó, su vocación pudo más y cambió la ingeniería por las artes plásticas. Había decidido "pelearla y a lo mejor no iba a tener dinero pero iba a ser feliz", decía que pensaba de joven, cuando estaba lejos de imaginar que se convertiría en uno de los pintores de mayor proyección internacional que tuvo la provincia -junto a Andrés Labaké y Eduardo Esquivel- y que sus obras cotizarían en dólares, siendo vendidas en Estados Unidos por las famosas casas de subastas Sotheby's y Christie's.


Desde que comenzó a exponer en San Juan en 1988, su carrera fue en ascenso y con varios hitos. Ganó varios premios en salones nacionales, en 1996 realizó su primera exposición individual en Nueva York, en el 2000 tuvo su muestra consagratoria en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, en 2001 participó en Painted Worlds Argentina en el Museo de Arte Latinoamericano de Long Beach (California). Luego, en 2003 fue distinguido con una beca de la Fundación Pollock-Krasner; expuso en el Palais de Glace Buenos Aires y en 2006 desembarcó en las Galerías Zurbarán, donde tuvo muestras individuales y colectivas (siendo la última en 2016). Y en 2013, llegó el turno de San Juan, con su muestra retrospectiva en el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson. 


Destacado como personaje del año por DIARIO DE CUYO en 2017, Pérez había retomado este año la pintura después de recuperarse de la luxación del hombro derecho que sufrió por un accidente casero en 2017; logró ser parte de una muestra internacional en Miami, en la flamante Wynwood 28 Art Gallery y participó de la Feria de la Cultura Popular y el libro de Rawson, montando "Pérez y sus mundos", la que ahora se convierte en su última muestra.


Compañero de toda la vida de Mirta Mabel Castro, padre de Andrea y Rocío Milagros; campechano, de carácter afable, entusiasta de su trabajo; así era Mario Pérez. Estaba en un excelente momento profesional, en el cenit de su carrera, disfrutando de la cosecha. 


"Uno se hace conocido por una imagen, una paleta y la repetición. Voy a quedar en la retina", decía el artista sanjuanino en agosto de este año, en la última entrevista concedida a DIARIO DE CUYO, donde compartía cómo se sentía con su presente: "Esto tiene que ver con el pintor maduro, que no tiene que demostrar nada a nadie, que mira otras cosas como la familia, los amigos y los lugares bellos, y que se deja impactar. Estoy en un momento de disfrute espiritual", reflexionaba el pintor, pleno, apasionado, sin pensar en el abrupto final. 

Su legado público

Mario Pérez también dejó su firma en obras a gran escala, como el Cristo de Tocota. Una escultura de más de 10 metros, que fue emplazada en 1987 en un cerro en ese distrito de Iglesia. Además es autor de dos murales en el interior de la Parroquia Nuestra Señora de la Virgen de Andacollo de Villa Krause.


En 2016 realizó el monumento que recuerda a las víctimas del holocausto y el levantamiento del Ghetto de Varsovia ubicado en Ignacio de la Roza y España, en Capital; mientras que el año pasado inauguraron su obra en conmemoración del Cruce de los Andes, encargado por la Municipalidad de Rawson, emplazado en España y República del Líbano.

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La despedida

El velatorio del reconocido artista se realiza desde ayer en Cochería San Juan (General Acha 1131 sur), mientras que su sepelio será esta tarde, a las 16 hs, en el Cementerio El Mirador, de Rivadavia.