Siguiendo la ruta de la Misa Criolla, Jaime Torres regresará a estos pagos, el domingo, para protagonizar esta obra maestra del fallecido Ariel Ramírez, al igual que el año pasado, junto a músicos y actores locales en Rawson y con entrada gratis (ver aparte).
De sonrisa simple y mirada profunda, a sus 76 años, el charanguista carga su gran arte en un pequeño instrumento, va desde los modestos escenarios de su Tucumán natal, hasta el Teatro Colón de Buenos Aires, la Filarmónica de Berlín, la Sala Octubre de Leningrado y el Lincoln Center.
Antes de su arribo, en una entrevista con DIARIO DE CUYO, Jaime recuerda que: "Costó mucho, pero ahora la satisfacción es muy grande, porque hoy el charango se toca en cualquier calle del mundo, en un tren de Buenos Aires, una plaza de Tokio o Zurich… detrás de esto hay un hecho social y reivindica todo. Es un arte en crecimiento".
"Antes era muy difícil tocarlo…", reflexiona el hombre que no pierde esa tonadita tan particular del paisaje norteño y que junto a Ariel Ramírez -a quien conoció en 1958- instaló un sonido inexistente hasta ese momento.
Torres asegura que este elemento tan autóctono fue haciéndose camino al andar y supo mezclarse con diversos estilos como la electrónica y el rock. "Irónicamente y burlonamente, siempre digo que el charango fue vacunando a distintos géneros, por ejemplo el 3 de mayo, voy al Valle de Uco con Catupecu Machu", dice entre risas.
"Para tocarlo hay que plantarse en un escenario con dignidad y respeto, teniendo presente a los criollos, a los paisanos, después viene todo lo demás…", señala en pocas palabras este padre de familia, cuyo hijo también "escarba" en la música, en los pagos de Humahuaca.
"¿Si soy consciente de lo que logré? Sería el peor consentido si lo creyera (risas). Creo que lo que uno es, una persona involucrada en un movimiento en el que hay mucha gente", expresa el compositor, volviendo la mirada hacia sus comienzos, cuando apenas tenía 5 años.
Jaime siempre se acuerda de la provincia, de sus cogollos y sus sabores. "Esto no lo digo por quedar bien, sino porque es una de las músicas que llevo en el alma, y es la música cuyana que tiene el encanto del cogollo y eso es hermoso, pero la música masiva es invasiva. Pero bueno… también sabemos que hay que tratar de ser nosotros, más aún ante esa masividad ¿no?"’, evoca.

