Aquellos saberes que se vienen transmitiendo de tatarabuelas, bisabuelas, abuelas, madres y tías, ayer quedaron manifestados en conjunto a través de la creación y el aprendizaje, el encuentro y el disfrute colectivo de una jornada que fue emocionante para más de 50 tejedoras y tejedores de la provincia. En la inauguración del Espacio de Interpretación de las Industrias Domésticas en Museo Casa Natal de Sarmiento, definido como "El Patio de Doña Paula", el grupo de artesanas provenientes de Iglesia, Valle Fértil, Angaco, Jáchal y otros distritos, mostró sus productos al público, enseñó a turistas -que casualmente visitaban el espacio- y compartió experiencias entre el hilado y el trabajo en el telar. Como la temperatura de la mañana hasta el mediodía fue agradable, en el patio grande estuvieron Antonia Chávez y su abuela Mariana Calívar junto a Antonio Mercado y otras colegas para practicar el hilado de los vellones con las ruecas manuales. Mientras que, al otro lado del patio, el telar criollo construido por las propias tejedoras del valle, estuvo en funciones y entre todas iniciaron el tejido de un mural bordado de gran tamaño que reflejará la colaboración colectiva en diferentes sectores y queden representadas las identidades de cada una en dicho tejido. Al mismo tiempo, en otro rincón, la artesana textil Guadalupe Daneri manejaba un telar a 8 cuadros de estilo europeo. Como si estuviese haciendo música en el piano, la hacedora pasaba el peine y creaba figuras geométricas, sostenida por patrones numéricos para hacer las tramas y que lograba formas simétricas perfectas. Así demostraba a otras tejedoras esta técnica y quedaban asombradas por el resultado y las terminaciones. Al acercarse la hora del almuerzo, el fuego ya estaba encendido y las brasas calentaban la parrilla en donde se recostaban dos tiernos chivos y al lado, la sartén estaba lista para freír los pasteles. En otras mesas estaban servidas comidas regionales como tabletas de arrope, orejones, dulces, conservas y licores para que el público aprenda cómo es su elaboración, de los ingredientes y de las posibles formas de consumirlo. Además, había muestras con recetas para practicar y preparar en casa. Mariana Calívar, artesana de Los Bretes, Valle Fértil, expresaba contenta a sus 77 años ser testigo y participar de este encuentro: "Desde los 19 años que me dedico a este arte, es la primera vez que soy parte de esto que se hace aquí, siempre trabajé solita. Es hermoso, hay que juntarse y seguir para que la cultura del hilado, del tizado y del tejido no desaparezca. Los jóvenes deben aprender a seguir lo que nosotras heredamos de toda la vida", dijo emocionada.

Ermela Balmaceda enseña, con mucha experiencia de años, a contar los hilos para empezar a dibujar los diseños en el tejido. Es una voz escuchada y respetada por muchas.
Guadalupe Daneri enseña a otras colegas cómo manejar el telar a 8 cuadros. La técnica la aprendió en sus viajes por Francia y Alemania. Con conocimiento matemático y el código binario, la tejedora logra formas simétricas perfectas en la tela.
En ronda para hilar. Artesanas y artesanos de diferentes regiones de San Juan se reencontraron para compartir mates, ruecas y charlas que hace tiempo se debían.


 

  • Platos que tienen identidad


 

A las brasas. Dos chivos traídos de Valle Fértil fue el menú más esperado del encuentro. También, los pasteles fritos ayudaron a vencer la fría mañana en el cuerpo.
El público, en su mayoría turistas y las tejedoras, degustó comidas regionales y caseras. Las aceitunas en salmuera y la torta de trilla fueron manjares predilectos.
El clásico orejón, elaborado con harina y cáscara de naranja y dulces de uva, de membrillo o de alcayota conformaban una mesa colorida y atractiva para la vista y el paladar.
Licores y aguardientes de Laura Videla y Susana Olguín, traídos de las sierras de Valle Fértil. Había de chinchil, lima y cidra, que son ideales para darle un gusto singular a postres, tortas y helados.
El quesillo clásico de Mogna y otros lugares de Iglesia y Jáchal puede disfrutarse bien calentito para esta época del año.
Las tabletas de arrope de chañar de Irma Verón y Margarita Sánchez, una comida típica de Mogna y del norte provincial, son especiales para acompañar con mate.