Podría decirse que el trayecto San Juan-Cosquín de la comitiva que enarbola la estampa "San Juan se juega por el país", resultó una verdadera peña móvil. Un destino mancomunado transformó a un simple ómnibus en un reducto oficial de alegría y cantos. Es que el equipo -a cargo de Gerardo Lecich-, arribó a la capital del folclore ayer a la mañana, previo viaje que comenzó el sábado a la medianoche.

La parada para cenar fue en la Difunta Correa, momento oportuno para los fumadores, para cargar agua, caminar y hasta para comprar un mazo de naipes.

"No hay viaje sin truco", dijo uno de los bailarines, quien incentivó a un partidito. Así, la adrenalina que se vivió en el micro entretuvo hasta al más timbero.

Cuando Lecich concluyó su conteo de pasajeros luego de la posta con "hay 55, estamos todos", fue automáticamente secundado por el "¡Hay que jugarle a la quiniela!" de Rodolfo Figueroa, uno de los músicos. Créase o no, el 55 es "La música".

Pero hay razones válidas para tantas emociones. La estupenda predemostración de su cuadro argumental en el Anfiteatro del Auditorio, motivó a los 50 artistas a potenciar entusiasmo y a precalentar el vigor para enfrentar al escenario Atahualpa Yupanqui.

Cualquier imperfección o falta de alegoría en la gesta de Mayo podría ser advertida por todo un país -y por ende, traicionar la fidelidad cuyana como sucedió en ocasiones anteriores-. "Tengo un poco de miedo al sonido de Cosquín ya que vengo desde 2005 y siempre hubo fallas", profesó Figueroa.

Por su parte, Lecich comentó que "si llueve mientras estamos en escena, vamos a sortearlo porque ponemos mucha garra a lo que hacemos".

Para la bailarina Rocío Ramos el arribo a la Plaza Próspero Molina es un sueño de antaño. "Hace 9 años que espero este momento", dijo.

"En mi caso yo tengo experiencia y disfruto todo el tiempo", aseguró el bailarín Isaías Ibazeta, Revelación del Pre-Cosquín 2006.

Pero durante el viaje, todos canalizaron sus temores, lucieron esbelto ánimo y sobrellevaron los kilómetros con mucha música. Pero, ¿hay nervios colectivos antes de comenzar el espectáculo? No tanto. Para la mayoría, éstos se sienten al principio y después desaparecen.

Luego de tanto agite, llegó el turno de dormir y descansar. Muchos siguieron de largo y se las ingeniaron para reposar un toque después del ensayo general del mediodía.

La recta final había llegado con un transporte de entrega implacable. Al menos, es la síntesis ideal para corroborar que cuando un grupo de artistas viaja con el deseo de triunfo, puede animar hasta la energía más somnífera.