El menor de los seis hermanos Moura, llegó invitado por el Ministerio de Gobierno para dar el recital durante la vigilia del Día Nacional de la Memoria, la Verdad y la Justicia (ver pág. 4). Tecladista y actual cara visible de Virus, el grupo emblemático del rock de la década del 80, compartió una entrevista cara a cara con DIARIO DE CUYO y rememoró los años de su juventud y la trágica desaparición forzada de Jorge, durante la dictadura cívico-militar de 1976.



- Regresaste a San Juan en un momento especial, ¿Qué impresiones te quedaron al momento de recordar a tu hermano?


- Es una energía incontenible. Pocos saben que los chicos de la Noche de los Lápices, eran compañeros míos de la misma promoción, de distintas divisiones y de otras escuelas. Yo zafé así de tener la misma suerte y me chuparan.



- ¿Cómo se vivía ese tiempo de militancia estudiantil en las aulas? 


- Era delegado de mi división, pero cuando fui testigo de la desaparición forzada de Jorge, odié tanto la política, entonces cada vez que hubo reuniones estudiantiles y buscaban a los delegados, yo me escapaba al bufet a comerme un sándwich de salame. Pero no había forma de salvarse. En la escuela y en la universidad estaba la CNU -Concentración Nacional Universitaria- era el brazo armado de la Triple A. Mis preceptores andaban con pistolas, nos golpeaban todos los días. Cuando iba a jugar al rugby mi mamá me preparaba una vianda con comida para no pasar hambre, porque de seguro indefectiblemente, en la parada del colectivo pasaba un camión de la Policía a levantarnos y terminábamos 9 horas encerrados en la comisaría. El Colegio Nacional de La Plata estaba empapado de política. Fijate que allí habían salido René Favarolo, Ernesto Sábato, gente muy brillante. Yo tenía simplemente 16 años, mi hermano con 24, estaba más comprometido en la facultad. Pero los chicos caían. Era una oleada terrible. A mi hermano lo golpearon a un metro mío de distancia y se lo llevaron. Una semana después mi mamá lo vio en el calabozo estaba hecho mier... y después terminamos sabiendo que lo tiraron al mar, como a tanta gente.

- ¿Y cómo reaccionaste después? 


- A las tres primeras marchas a Plaza de Mayo, le dije a mi mamá que tirarle una piedra a Videla no me serviría de nada. Entonces busqué por otro lado para ayudar. Con la banda nos dedicamos hacer canciones, con 'Hay que salir del agujero interior', fue nuestra respuesta. La prensa nos trataba de boluditos y el periodista que nos criticaba, no tenía idea de todo lo que sufrimos en esa época. Nos amenazaban de muerte, nos sacaban de todas las radios, pero el periodista que nos bardeaba, cubría los festivales solidarios por Malvinas que organizaban los milicos. A nosotros sí nos criticaba por no ser parte de eso, pero para encarar contra los jodidos de verdad, no eran tan guapo.



- ¿De qué modo, la música ayudó a convivir con esa ausencia? 


- Lo que le pasó a mi hermano fue horrible y esa energía que me descargaba pude girarla y convertirla en canción de amor. No me cabe la menor duda que fuimos más útiles haciendo música que ir a cagarnos a trompadas con Astiz. En Chile, con la dictadura de Pinochet, nos pasó lo mismo. Los milicos de allá nos consideraban drogadictos pelot... y nos exponían de esa manera. Les salió muy mal, porque no se dieron cuenta que nosotros somos más instruidos y logramos mucho éxito. Pero también, si nos poníamos a cantar que suelten a todos los militantes, al día siguiente terminábamos en una zanja. ¿Serviría de algo ese final? Entonces pensamos que más vale entrar por abajo, hacerse el bolu... y llegar por donde mejor querés estar.



- ¿A 42 años que mirada reflexiva tenés de todo lo vivido?


- Lo primero que pienso: convivimos con gente joven y no quiero que suceda nunca más. Que nadie viva lo que nosotros sufrimos. Fue espantoso y una oscuridad terrible.



- ¿En qué cosas puras te refugiaste?


- En mis hijos y en la música. Cuando reemplacé a Federico en la banda, sabía bien que no lo iba a superar o a mejorar. Pero mi misión fue lograr que tres generaciones más conozcan a Virus. Muchos llegaron a conocer a Federico gracias a esto que hago y tal vez lo adoren más y me putean más a mí. Para conseguir algo, hay que hacer sacrificios y no ser estrella. El sacrificio lo hice y para mí es más importante que Virus suene en todos lados. Lo hice a costa de que algunos me traten mal, me puteen y digan que canto para el orto, pero lo dicen gracias a que yo lo hice ver. Entonces siento que mi misión está cumplida.


- El Gobierno nacional promueve en silencio beneficios y domiciliarias a represores ¿que pensás al respecto? 


- Supe lo de Astiz, me parece un delirio total, es un quilombo bárbaro hablar de política hoy. Me da mucha tristeza lo que pasa. Si un tipo como éste, que tiene 5 mil millones de dólares en su cuenta, siga afanando, es un pobre pelotudo. No le veo vocación. Una persona electa debe tener vocación de servicio y éste no lo tiene. Es un asco todo. Yo tengo una frase de Ortega y Gasset que me gusta: 'se es lo que se hace'. Al final de mi vida rendiré mis cuentas de lo que hice. Así como otros harán lo suyo también.