Daniela Gil, premiada bailarina y directora de la compañía, transmitiendo su pasión a las nuevas generaciones.

De un potente parlante ubicado a un costado del salón fluye Fueron tres años, tangazo de esos que ponen la piel de gallina. Ellos no saben quién lo canta, ni quién lo toca, ni siquiera qué tango es; pero con fresco entusiasmo, se van dejando cautivar. Para guiarlos están Victoria Simi Gil, Jairo Cortez y Daniela Gil, bailarines y directora del ascendente ballet Encanto Rojo, respectivamente, quienes están al frente de este Taller de tango para chicos, que nació como un amor de verano, pero apuestan a que se consolide. Es que Daniela -que viene de familia de artistas, con mamá y hermana involucradas en este proyecto que incluye también el curso para adultos- sueña con formar el ballet infantil y está convencida que el taller puede ser un muy buen semillero. Por eso, ni los 40 grados a la sombra que hacen a las 7 de la tarde, ni el cielo de plomo que ya se cae le impiden llegar al salón donde se dictan las clases. A los chicos más grandecitos, hay que decirlo, tampoco. Pareciera que el 2x4 que recién comienzan a aprender con sus nociones básicas, motivados por verlo en algún show o alentados por algún familiar, les refrescara al menos el alma.


Con paciencia y simpatía, los profes arrancan desde cero. Empezar a caminar es, paradójicamente, el primer paso. Parece fácil, pero llevar el tiempo musical, la cadencia y el equilibrio sin perder el garbo, no resulta tan sencillo y varios se miran los pies, a ver si van bien o no se chocan. Después de algún rato de práctica y ya menos tímidos, la clase va tomando forma, y también complejidad: caminar hacia adelante y atrás de a dos, tomados de los brazos, animarse a ir cruzando los pies al avanzar y retroceder, introducir contratiempos y llegar al paso básico. "¡Cuidado con los pies, no se vayan a pisar!", les advierten. "No se apuren, escuchen la música", les marcan; y ellos asienten con sus cabecitas o con un pestañeo, nada de perder la concentración.


"¡Muy bien! ¿Les gustó? ¿Cómo se sienten?" alientan y felicitan los profes, porque al final salió, pese a las caritas que ponían los chicos cada vez que subía la dificultad. Las risas y las bromas también son parte de este aprendizaje, donde -sin dejar de lado los deberes para la casa: escuchar tangos- el juego no está ausente. Es que la idea es que cada martes y jueves se sientan entre amigos, que aprendan divirtiéndose. Y así ir captando, poco a poco, eso que se respira apenas se cruza la puerta... la magia del tango.

Paso a paso.Caminar, cruzar los pies, hacer el paso básico... las nociones básicas ya están en danza. 

>> Ellos dicen

Julia Simi Gil (15)
Mis abuelos y mi tía son muy fans y decidí interiorizarme más. Mi hermana me ofreció enseñarme y estoy intentando. Lo veo como un baile muy romántico y además ahora estoy escribiendo sobre un personaje relacionado con el tango, así que me pareció oportuno para describirlo bien.

Morena Peña (10)
Empecé porque vi a mi tía y me impresionó mucho, y ella me trajo. Empecé esta semana y me encantó, porque me gustan los pasos, la música, cada detalle del tango me gusta. No conozco chicas de mi edad que bailen tango, pero a mí me encantaría seguir bailando tango.

Martín Guirado (12)
Me gustó desde que vi un show de tango y empecé a bailar. Me gusta mucho la música. No me costó mucho aprender. No hay muchos chicos como yo y algunos me hacen burla porque bailo tango, pero burla de amigos. Me gustaría seguir aprendiendo más. 

Nicole Sosa (15)
Mi prima me invitó y como no tengo mucho que hacer en el verano, acepté. Soy de Estados Unidos y hace siete años estoy acá. Allá había visto tango, películas clichés; y ya acá he ido a algunas presentaciones y me gustó. Es muy bonito, muy hermoso, es tranquilo y seductor.