Luego del programa especial que la diva de los teléfonos grabó en Canadá junto a Luisana Lopilato, Susana Giménez volvió a armar las valijas para visitar a Wanda Nara en Milán. Allí, compartió la intimidad de la familia Icardi, fue de compras con la rubia botinera y se atrevió a recorrer las calles de la pintoresca ciudad a bordo de una motocicleta.

Sin embargo, los mejores momentos del programa emitido la noche del miércoles por Telefé, fueron las charlas con Wanda y su marido, Mauro Icardi. En una de esas conversaciones, Nara le contó pormenores de su separación de Maxi López y del inicio de su relación con quien hoy es su esposo. "Él adaptó su casa y su vida por mis hijos. Le encanta jugar con ellos y a mis hijos les encanta estar con él. Cuando tenés hijos, lo principal es que los quieran", le confió a la diva, a bordo de uno de sus autos de alta gama.

Primero, visitaron al futbolista en su entrenamiento. Luego, fueron a buscar a Francesca al jardín de infantes. "Casi nos rajan con todo el lío que hicimos", dijo Wanda entre risas. Y es que en el colegio hay mucha seguridad porque van, entre otros, los nietos de Silvio Berlusconi. La rubia botinera contó que está muy feliz de tener hijas mujeres, porque siente que puede compartir con ellas muchas cosas. Susana asintió: "Yo con Mercedes no pienso cortar el cordón umbilical nunca".

Después, una vez en la casa familiar, recibieron a los tres hijos varones de Wanda, que se sorprendieron al saber que Susana es muy famosa en Argentina. La diva quedó encantada con la tonada "tana" del mayor, Valentino. Después, en plena merienda, los muchachitos volvieron sobre el tema de la fama y se asombraron nuevamente al enterarse que tiene un programa de televisión. "¿Por qué seguís trabajando si sos vieja?", quiso saber Constantino.

Otra perlita asomó cuando Valentino, el mayor de los hijos, le alcanzó el celular a su madre y la llamó por su nombre. "Es que cuando hay cámaras, no me dice mamá, me dice Wanda Nara", explicó la botinera. En medio de una conversación desopilante, los tres muchachos contaron que cuando sean grandes piensan ser futbolistas como su padre y como Mauro.

 

Todavía la más pequeña de la familia, Isabella, no había salido a escena. Y lo hizo de una manera muy particular. Mientras Susana intentaba infructuosamente cambiarle los pañales, se hizo pis sobre la camisa de su madre. Finalmente, después de intentarlo las dos juntas, lograron su cometido.

 

 

 

Para agasajar a la invitada, Mauro preparó un asado "a la argentina". "Preparo asado para mi familia, para mis amigos, para algunos compañeros de mi equipo y sus mujeres", contó el futbolista, que confesó que muchas veces va al balcón en el que tiene la parrilla para disfrutar de un rato de soledad.

 

Y es que ser padres de cinco no es nada fácil, y eso quedó claro a lo largo del programa. A la hora de la cena, los tres adultos, los dueños de casa y la invitada, disfrutaron de un momento de tranquilidad, con los niños ya descansando. "Estoy enamorado de Wanda, así que no tengo necesidad de hablar sobre minas", reveló Mauro cuando le preguntaron de qué conversaban en las charlas de vestuario. Además, contó que le "encanta hacer las tareas de la casa". Y su esposa lo corroboró: "El cuida todo, es muy cuidadoso con las cosas, se ocupa de todo", reveló.

 

"Yo no lo conocía y muchos argentinos que no te habían escuchado hablar te van a amar más de lo que te aman", le señaló Susana. En medio de esa conversación, desandaron el comienzo de su relación, contaron que Wanda estaba separada desde hacía un año cuando comenzaron su relación. Además, Mauro reveló que su esposa es muy celosa.

 

También hablaron sobre los costosos regalos que el futbolista le hizo su esposa, y entonces, Susana contó que lo último que le regaló un hombre fue un libro. Mauro, entre otras cosas, le regaló a Wanda un Rolls-Royce, pero "como ella es de chocar autos le da miedo sacarlo a la calle", reveló Icardi.

 

Al día siguiente, llegó el momento de hacer un recorrido por las calles de Milán en motocicleta. Susana fue la encargada de manejar, y Wanda viajaba plácida en un sidecar. Después, cambiaron de lugares y la experiencia no fue muy feliz: la blonda terminó chocando a un auto, mientras la diva reía y gritaba nerviosa.

 

 

Más tarde, Mauro las llevó de compras. Mientras ellas miraban zapatos y ropa en un exclusivo local, la prensa y los curiosos se agolpaban en la puerta. Las dos terminaron comprándose, entre otras cosas, el mismo tapado. Y así salieron a la calle, enfrentaron a los paparazzi y entraron en un nuevo local en el que descubrieron que tienen "el mismo gusto".

Afuera, el tumulto era cada vez peor. Tanto, que apenas pudieron subir al auto para regresar al hogar familiar. Todavía faltaba que le presenten a otra de las "estrellas" de la familila, el perro Coco, que es toda una celebridad en Instagram.