Como la mayoría de las artesanías tradicionales, porque ésta también lo es, los secretos de la talabartería se han transmitido históricamente de generación en generación; y por eso es común encontrar familias de teleras, de ceramistas, de cesteros y demás, donde los niños aprenden casi de manera natural, observando a su padre o abuelo y metiendo mano de vez en cuando. Es el caso de Facundo Herrera, heredero de una pasión que empezó a cultivar a los 9 años y hoy como tercera generación de talabarteros, transmite sus conocimientos a quien quiera aprender esta artesanía que también es su oficio. Es que el el marco del ciclo de capacitaciones 2021 del Mercado Artesanal, Herrera lleva adelante el taller (uno de entre una amplia propuesta), que empezó esta semana y promete algunos encuentros más. 

"La talabartería es una artesanía. El fuerte de nosotros es el trenzado, pero hay muchísimas cosas que se pueden hacer, porque el cuero es noble y se prepara según el producto que uno vaya a realizar, ya sean carteras, alhajeros, veladores… muchas cosas se pueden hacer con el cuero’ explica Herrera, quien considera que, en general, ésta es una actividad valorada en la provincia y que sí hay varios talabarteros repartidos en los distintos departamentos (generalmente varones), pero que este tipo de encuentros siempre son bienvenidos "porque por ahí con el tiempo se han ido perdiendo algunas cosas, algunas técnicas; y es bueno para que no siga pasando. Y también para compartir experiencias con otros artesanos, porque uno no se sabe todo y siempre se puede aprender más’, señaló.

Sobre un tablón hay desde llaveros hasta sets materos, pasando por cinturones, tarjeteros, fundas de cuchillos y billeteras. Ese es el tránsito que los discípulos -adultos jóvenes y mayores- realizarán de la mano del maestro, que una vez impartida la consigna, de forma permanente va evacuando dudas e instruyendo en este oficio, no apto para impacientes. 

"Por ahí alguno quiere hacer algo más complicado, pero empezar desde lo básico es muy importante sobre todo si no lo hizo antes, es el proceso que hay que seguir. Y además es muy lindo estar tranquilos, haciendo esto’, sonríe. 

De momento, el ABC de la costura no resulta tan simple como podría parecer a primera vista, pero lejos de ser algo intimidatorio, se convierte en un plus: alienta a esforzarse para lograr la técnica y sus secretos y terminar un producto con sus propias manos; y también cuenta para valorar este tipo de piezas, reparando en el trabajo y conocimiento que implican. Concentrados en la costura de borde simple sobre en llaveros, los alumnos -algunos con más maña que otros- ponen en práctica lo que van aprendiendo, a la luz del sol sanjuanino que entra diáfano por las ventanas. "Es para que vayan teniendo una base, pero vamos a trabajar distintas variantes, como costuras cruzadas o en forma de estrella…’, anticipa el instructor, cada tanto requerido por sus discípulos. 

Trabajados por él mismo, Herrera provee a los aprendices los cueros con los que se pondrán manos a la obra. Dos son los principales en este caso: uno más grueso y teñido más oscuro, y otro más claro y fino con el que se hacen las cintas o tientos para las costuras, ya que él cose con cuero y no con hilos encerados. 

"Es cuero de cabrita preparado según sea para curtir o para sacar los tientos que se van a cortar. El que se usa para costuras es pelado con cal, aunque también se puede pelar a mano con cuchillo, para que se pueda cortar perfecto. Y el otro es el mismo cuero, pero preparado con taninos. El color se da con tinturas naturales, taninos del corazón del quebracho, por ejemplo; y se va probando hasta buscar el resultado que uno quiere. Todo con cosas de la naturaleza, el amarillo se hace con raíz de jarilla, el negro con café común… ahora estamos sacando un rojo muy lindo; y lo bueno es que uno lo puede mojar y todo y no se destiñe’, explica el especialista. Pero esa previa ya es otor tema. Por ahora basta con aprender a usar la pinza sacabocados, las leznas o punzones para agujerear y coser, el cortador guía… algo que resulta indispensable para llegar a buen puerto: un objeto utilitario, o decorativo si así lo desea, atractivo y prolijo.

"Lo que se produce son diseños únicos, porque no trabajamos con modelos o moldes. Cuando uno fracciona el cuero van saliendo distintos cortes y uno va dándose idea para qué será cada uno’, cuenta el talabartero, que reconoce que se van considerando diseños más actuales sin perder la esencia tradicional; y que la gente también aporta ideas cuando pide tal o cual pieza. "Eso también está buenísimo’, concluyó el maestro.