Institución señera en la historia de la danza en San Juan y que se ha sostenido a lo largo del tiempo, el Estudio Pavlova cumple 70 años desde que fue fundado en la provincia por Nebita Alladio, en 1955. Fue en el mes de octubre y por eso, mañana viernes, 24 de octubre, sus integrantes celebrarán el cumpleaños en el Teatro Sarmiento, haciendo lo que saben: bailar. En medio de los preparativos, de los ensayos de las coreos de clásico, contemporáneo y jazz, la bailarina y maestra Beatriz González, reflexionó sobre este legado que perdura.

Una de las dos hijas de la fundadora, tras el fallecimiento de Nebita sostuvo el estudio con su hermana Mariela, y cuando ella dejó el instituto, continuó apoyada en su hija Valentina, quien hoy es la tercera generación que conduce el instituto donde se formaron -directa o indirectamente- buena parte de las profesoras de danza de San Juan. Beatriz, que actualmente guía y colabora, es nada menos que la bisagra entre el ayer y el hoy, la transición entre épocas, historias y formas de ver la danza.
“La verdad que estoy recontra emocionada porque recién estoy cayendo en la cuenta de que son tantos años… Es como que una lo tiene tan internalizado que no se da cuenta, van pasando los años y bueno… La que me hizo caer fue Valentina, en uno de los ensayos. ‘Mamá, vos te das cuenta que son 70 años’, me dijo”, confesó la bailarina, quien nació en 1962 y que pasó la mayor parte de su vida -literalmente desde el vientre materno- entre espejos y barras, giros y piruetas.
Mirar atrás la conmueve. Hacia adelante también. Ella encarna ese eslabón. “¿Sabés qué? Pienso… (dijo entre lágrimas) que mi mamá estaría orgullosa de que su legado haya seguido, no solamente a través mío sino a través de mi hija”, logró concluir la frase antes de hacer un poco de memoria.
De generación en generación
Beatriz contó que jamás impuso la continuidad del Pavlova a sus hijas. “Es más, les di todas las posibilidades para que ellas eligieran. Si les gustaba esto de la danza, que siguieran, si lo querían, ahí estaba, pero no era un mandato”, enfatizó. Aunque su hija mayor, Julieta, siguió un camino diferente, Valentina abrazó el destino familiar. “Tampoco me imaginé que Valentina iba a seguir todo esto y con tanta pasión, con tantas ganas. Afortunadamente lo quiso”, reconoció la profesora, que siente que también ha dado a tiempo ese “paso al costado” que considera necesario, un aprendizaje -marcó- derivado de su propia experiencia.



‘Vale tiene todas las ganas y lo está haciendo espectacularmente bien. Yo este año ya paso por el estudio si necesitan algo, estoy para lo que requieran, pero ya nada depende de mí”, sonrió con satisfacción. Y continuó.
“A mí lo que más me ha gustado siempre ha sido bailar, era mi prioridad. Gracias a Dios me fui al Colón y pude bailar allá, pero después volví y tuve que abrazar la docencia, porque entonces no había campo para dedicarse a bailar en San Juan. Y me encantó enseñar, pero bailar era mi pasión. Ahí sí, como que por momentos sentí un poco de presión, aunque nada que realmente molestara. A mi mamá por ahí le costaba un poquito más dar un paso al costado y yo sentía como que no podía volar, ¿viste? Igual se entiende, ella formó el Estudio Pavlova solita, desde abajo, más vale que iba a tener cierto recelo para hacerse a un costado. La entiendo perfectamente, pero así como la entiendo, también aprendo de eso y aprendí a hacer un paso al costado para que no me pase eso con mi hija”, confesó Beatriz. “Ella ama la docencia, así que yo estoy muy tranquila, satisfecha y orgullosa de lo que hace, de que se mantenga el legado y el sello del Estudio”, valoró.



Mucho más danza
Beatriz también observa ciertas diferencias entre el ballet de “su época” y el de hoy. Siente, dijo, cómo en la actualidad se ha vuelto ‘algo acrobático‘ y lamentó cierta pérdida de expresividad. ‘Por ahí están tan concentrados en la técnica, en la acrobacia, que se pierde un poco la expresión, el sentimiento, se pierde un poco lo artístico. Es mi opinión‘, comentó quien supo hacer lagrimear al público en la escena de la locura de Giselle, cuando la interpretó junto a Alejandro Totto. “A mí toda la vida me ha puesto piel de gallina bailar… Lo que tiene que llegar al público es justamente esa sensibilidad, esa expresividad y esa interpretación de lo que estás haciendo. El ballet no es gimnasia”, dijo la también admiradora de Marianela Nuñez, la gran bailarina argentina, figura del Royal Ballet.
Sin embargo, fue categórica al señalar que la misión del Pavlova trasciende todo eso. ‘El Estudio siempre se ha manejado con mucho calor de hogar, es lo que sienten y expresan muchas exalumnas después de muchos años… eso es lo que les queda, el gustito de familia que tuvieron en el Estudio, esa contención‘, afirmó.“Nuestro objetivo es que las chicas, cuando pasen por el Estudio, sean felices; y que a través de los años recuerden esa etapa con felicidad y alegría, al margen de si se dedican a la danza o no. Me parece que esa es nuestra misión como maestras de danza”, marcó Beatriz, quien también tendrá su homenaje el viernes 24 y cuyos principios son hoy la base de las nuevas generaciones que ella misma ha cultivado.
Tomá nota:
- 70° Aniversario del Estudio Pavlova
- Viernes 24 de octubre
- 21:30 h
- Teatro Sarmiento
- Parte I (Clásico): Segundo Acto de El Cascanueces (selección de fragmentos). Parte II (Jazz/Contemporáneo): Música Argentina
- Venta de entradas: En el Estudio Pavlova (hasta las 20:00 h) y en boletería del teatro. General $13.000. Menores $10.000
- Directora: Valentina Pinazo. Asesora: Beatriz González. Cuerpo Docente: Valentina Pinazo, Cecilia Ramos, Natalia Luna, Anahí Monfort, Agustina Tello, Lourdes García, Florencia Tejada.


