El papa Francisco desató ayer la euforia de los fieles en la ciudad colombiana de Medellín, donde el pontífice rechazó la violencia, defendiendo la paz y la reconciliación durante una misa.

"El Papa transmite mucha esperanza y alegría", dijo Bibiana Carrillo, líder de un grupo de 40 personas que se desplazó hasta Medellín desde las poblaciones de Chinácota y Pamplonita, en el departamento de Norte de Santander.

Tras el saludo con el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, el sumo pontífice se mezcló con la gente, pese al retraso en la agenda porque las malas condiciones climáticas hicieron que llegara vía terrestre y no en helicóptero, como estaba previsto.

De todos los rincones llegaron peregrinos, todos con distintas peticiones y expectativas sobre
el encuentro con el Papa. "Estoy bastante emocionado. Francisco une a todos los pueblos con su humildad", comentó entre lágrimas Juan Carlos Bustos, un humilde constructor de cabañas en Chinácota.

Ante un millón de fieles que sufrieron horas de lluvia, Francisco dedicó la misa de ayer

al "discipulado", la manera en la que los fieles católicos deben seguir a Jesús. "En Colombia hay tantas situaciones que reclaman de los discípulos el estilo de vida de Jesús, particularmente el amor convertido en hechos de no violencia, de reconciliación y de paz", les dijo.

El corto recorrido que hizo el Papa en el papamóvil ayer en el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín antes de oficiar la misa campal provocó una gran alegría de la multitud que por horas lo esperó bajo la lluvia.

Wilfrido Usuriaga, primo del desaparecido futbolista colombiano Albeiro "El Palomo" Usuriaga, que

triunfó con Independiente de Avellaneda, manifestó que el saludo del Papa y las palabras iniciales

lo llenaron de optimismo frente al futuro de un país que busca reconciliación tras la firma de la paz.

En una multitudinaria misa en el aeropuerto de Medellín, la ciudad con mayor impronta católica de Colombia, el Papa Francisco aseguró ayer que "no debe dar miedo" la renovación de la Iglesia y pidió "involucrarse, aunque para algunos parezca ensuciarse".

"Como Jesús zarandeaba a los doctores de la ley para que salieran de su rigidez, ahora también la Iglesia es zarandeada por el Espíritu para que deje sus comodidades. La renovación no nos debe dar miedo. La Iglesia está siempre en renovación", aseguró el pontífice en la misa en Medellín, la capital del departamento de Antioquía, unos 400 kilómetros al noroeste de Bogotá. Medellín, una ciudad al noroeste del país, en el pasado fue conocida por ser el centro de operaciones del temido narcotraficante Pablo Escobar.

El líder católico promueve un mensaje de reconciliación mientras Colombia trata de sanar las heridas de un conflicto interno de más de medio siglo que ha dejado 220.000 muertos. La nación está divida entre quienes apoyan la reincorporación a la sociedad de los más de 7.000 excombatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que firmaron la paz con el gobierno y quienes la rechazan y exigen que paguen cárcel por sus crímenes y delitos.

Por otro lado, el Papa visito ayer en Medellín el Hogar de San José, que acoge a niños huérfanos o con problemas familiares, y desde allí quiso recordar "el sufrimiento injusto de tantos niños en el mundo". Agencias