Qué hay detrás. Perder Cataluña es impensable para el gobierno español. España quedaría sin un 16 por ciento de su población, un quinto de su producción económica y más de un cuarto de sus exportaciones.

Una multitudinaria manifestación en Barcelona contra el proceso independentista (secesión) y en reivindicación de la unidad de España mostró ayer la fractura social de Cataluña, a sólo dos días de la fecha en que el parlamento catalán, de mayoría independentista, podría consumar el acto de ruptura definitivo.

A una semana del referéndum unilateral celebrado bajo prohibición, en el que según cifras del gobierno catalán más de 2,2 millones de personas -menos del 50% del electorado- apoyaron la secesión, quienes la rechazan salieron a la calle para reclamar al Ejecutivo regional de Carles Puigdemont que no declare la independencia de forma unilateral.

Bajo el lema "Prou, recuperemos la sensy" (Basta, recuperemos la sensatez) la movilización -que reunió a 950.000 personas según Sociedad Civil Catalana, entidad organizadora, y 350.000 de acuerdo a la Guardia Urbana- transcurrió por la Vía Laietana, una de las principales avenidas del centro de Barcelona hasta el Parque de la Ciudadela, en las inmediaciones del Parlamento catalán.

Al grito de "Viva España, y Visca Catalunya (Viva Cataluña)", "Cataluña es España" y "Puigdemont a prisión", los manifestantes con numerosas banderas españolas y catalanas y de la Unión Europea, marcharon en un clima de tranquilidad, sin incidentes.

"Es necesario que nos escuchen, en Cataluña no sólo hay independentistas, y aquí no nos manifestamos sólo por ser españoles, yo estoy defendiendo que todos tenemos derechos, y no quiero que me impongan la independencia", dijo a Telam Sara González, una joven catalana que viajó a Barcelona desde Francia para manifestarse.

"Todos los países necesitan cambios, reformas, está claro que estamos ante una crisis inédita y hay mucha tensión, pero se vendió la idea que todo se soluciona con más dinero para Cataluña, con la ruptura, y hay otras formas, y lo principal es que nos respetemos todos", añadió Sara, tomada de la

la mano de su novio madrileño.

La cabecera contó con la presencia de figuras del ámbito cultural y político como el líder del Partido Popular catalán, Xavier García Albiol, el líder de Ciudadano, Albert Rivera, el expresidente del Parlamento Europeo y figura del Partido Socialista Obrero Español, Josep Borrell y el escritor peruano Mario Vargas Llosa.

El premio Nobel de Literatura tomó la palabra al finalizar la manifestación para hacer un alegato a favor de la libertad, contra "la peor de todas las pasiones, la pasión nacionalista", dijo. "Desde hace tiempo el nacionalismo viene causando estragos también en Cataluña. Estamos aquí para pararlo", remarcó Vargas Llosa, quien se refirió a los manifestantes como "catalanes democráticos, que no creen que son traidores los que piensan distinto a ellos (...); y que cree en la democracia, en la libertad, en el Estado de derecho y la Constitución".

"No están solos", subrayó Vargas Llosa a los no secesionistas, tras advertir a Puigdemont que no necesitará mucho más que una "conjura golpista" para acabar con España. Borrell, por su parte, hizo un llamado a "rehacer la convivencia y defender el pluralismo político", roto por los independentistas. "Todos tenemos un poco de culpa por haber callado en masa", añadió, para luego recriminarle a los empresarios catalanes que no hayan dicho lo que iban a hacer, ante la actual huida en masa de empresas y bancos, que empieza a generar pánico en la sociedad catalana.

Hace sólo un mes, 1 millón marchó por la independencia.

"Esto no se resuelve con declaraciones unilaterales, ni sólo con orden público", remarcó el socialista, para luego avisar a los líderes secesionistas que van "en contra de los valores de la Unión Europea", y que "Cataluña, España y Europa lo pagarán muy caro".

La marcha anti-independentista, histórica en Cataluña, se realizó dos días antes de la sesión en la que el Parlamento catalán prevé debatir la independencia.
 

Presidente catalán no da marcha atrás

A pesar del llamamiento del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y de la masiva marcha contra el proceso independentista, el presidente catalán mantiene su hoja de ruta y ayer declaró a la TV pública de Cataluña que aplicará "lo que dice la ley" tras el referéndum del pasado domingo, a pesar de que dicha ley está suspendida por el Tribunal Constitucional.

"La declaración de independencia, que nosotros no llamamos declaración "unilateral" de independencia, está prevista en la ley del referéndum como aplicación de los resultados. Aplicaremos lo que dice la ley", aseguró Puigdemont, que dio por bueno un referéndum declarado ilegal por el Tribunal Constitucional y plagado de irregularidades. Asimismo, Puigdemont admitió no tener contacto con el gobierno central. "Hace tiempo que no tenemos porque ellos rehuyen hablar de este tema", dijo. "Lo que está pasando en Cataluña es real, les guste o no".