La guerra que desató Rusia en Ucrania disparó los índices de inflación en Europa en torno al 10% anual niveles no vistos en 40 años, provocó huelgas históricas en países en que este tipo de protestas parecían superadas y amenaza de llevar a varias potencias a la recesión. El cierre obligado al grifo del gas ruso en represalia por el ataque de Moscú a Kiev disparó el precio de la energía y de los commodities llevando a países ricos y pobres a un estrés económico impensado cuando el mundo parecía encaminarse a superar la hecatombe que causó la pandemia de coronavirus.

La inflación era un fenómeno extraño en Europa al punto de que los más jóvenes ni siquiera la habían conocido, pero su impacto está siendo fuerte en las familias y se percibe ya en todos los ámbitos del consumo, aunque es en el sector de la energía donde los efectos están siendo más graves. Para colmo Europa sufre una ola de calor extrema con temperaturas en 45 y 50 grados y en medio de sequías históricas como en Italia lo que tensa más el consumo de energía.

En este contexto, de España hasta Gran Bretaña, pasando por Alemania y Francia, los habitantes se han visto forzados en cambiar su hábitos de consumo.

"Claro que he cambiado mis hábitos", explica Elvira Gutiérrez, una jubilada de 67 años que vive sola y que recientemente comenzó a hacer cuentas, algo que hasta ahora no era necesario porque ya sabía lo que podía o no gastar en base a su jubilación, que se mantenía estable mes a mes.

Eso cambió, porque por ejemplo su desembolso en nafta aumentó de 60 a 90 euros mensuales, así como lo que gasta en el supermercado, donde como muchos otros españoles dejó de comprar algunas marcas para elegir las más baratas. También redujo la cantidad de veces que pone el lavarropas, lo hace de noche, cuando la luz cuesta menos, e incluso mira la hora para cocinar, ya que en España lo más habitual es tener cocinas eléctricas.

El tema de la electricidad es de hecho trending topic en España. Como las tarifas van variando a lo largo del día por la oferta y la demanda, en los medios de comunicación es habitual que se adelante cuáles van a ser las horas en que la luz será más barata para aprovechar a planchar o poner el lavarropas, aunque sea a las 4 de la mañana.

Otra de las modificaciones más destacadas es la compra de menos carne y pescado en el supermercado, así como adquirir marcas más económicas, usar menos los electrodomésticos (un 42%), posponer o renunciar a la compra de ropa (29%) y usar menos el auto para ahorrar combustible (36%).

"Hemos revisado a fondo todos los gastos y hemos reducido en telefonía y televisión, algún seguro, y todo el dinero extra que ingresamos va a pagar los préstamos que teníamos", señala por su parte María Cepeda, una inmigrante venezolana que lleva más de una década en España y trabaja como administrativa.

Gonzalo Cruz, de La Franco Argentine, empresa fabricante de dulce de leche y de venta de productos argentinos en España y en Francia, asegura que la sensibilidad de los clientes es "similar al miedo como cuando se viene una devaluación en la Argentina".

Confirma que el volumen de consumo en sí no bajó, pero sí el valor: desaparece el consumo superfluo y se pasa a las segundas marcas.

"En el ejemplo del dulce de leche, a mí el precio del azúcar me aumentó un 95%, los costes en general un 25%, y en el comercio el producto se encareció un 10%", indica.

En Alemania, el 25% de la población gasta más del 10% de sus ingresos en energía, el porcentaje a partir del cual se considera que las personas están en riesgo de pobreza energética.

La histórica caída del euro
El temor de los mercados de una recesión económica en Europa por la alta inflación y la incertidumbre por el corte total del gas ruso, hundió al euro. La moneda de la UE cayó a su nivel más bajo en 20 años e igualó al dólar, lo que supone una caída de del 15%.
 

A diferencia de España, en Alemania la inflación se frenó algo en junio y fue del 7,6%, una cifra que en este país desata los peores fantasmas del pasado: pese a que ya casi no quedan testigos vivos de aquella época, la hiperinflación de entreguerras se considera uno de los grandes factores que acabó desembocando en el ascenso del nazismo, por la enorme crisis social que provocó.

El actual verano europeo, uno de cada cuatro españoles no saldrá de vacaciones pese a que esperaban volver a viajar después de la pandemia.

Los temores se multiplican sin embargo cuando el enfoque se amplía a los próximos meses: con la llegada del otoño, el frío y la necesidad de encender las calefacciones, llegará también la renegociación de los contratos entre fabricantes de alimentos y supermercados.

Aunque el salario medio fue en España en 2021 de 1.751 euros al mes, un máximo histórico, en relación a 2008 el poder de compra de los españoles es un 3,1% menor.

En el Reino Unido la situación es igual de caótica donde las huelgas son pan de casi todos los días. El Estado congeló los salarios de sus empleados que cuando van al supermercado ven que los alimentos han subido un 10, 15 e incluso hasta un 20%, las cuentas de electricidad un 50% y se espera otro aumento del 50% en octubre. El combustible también está por las nubes. Hay familias trabajadoras, que no pueden alimentar a su familia y que dependen de los bancos de comida para poder darle de comer a sus hijos.

Huelgas. El paro del transporte ferroviario en el Reino Unido fue un gran dolor de cabezas para los británicos. En muchas otras áreas se repiten los paros en reclamo de aumento salarial.


 

  • Francia prepara un gran "apagón"

El presidente francés Emmanuel Macron advirtió a los habitantes de su país que se preparen para un corte total del gas natural ruso y que preparen alternativas, añadiendo que Francia tomará medidas como apagar las luces públicas a partir de las 11 de la noche y establecerá un periodo de "sobriedad" energética.

También pedirá que las grandes empresas como ferrocarrilles y aerolíneas elaboren un plan de ahorro energético. El consumo de energía en Europa en bastante dispar. Mientras, España consume un 35% menos que Alemania y un 25% menos que Francia, p Países como Bélgica y Holanda duplican su consumo anual y Dinamarca, lo cuadriplica. El consumo es similar al de los socios "ibéricos" (Portugal 25.405 Kh e Italia 26.936) pero muy inferior al de otras economías. En Alemania consumen en promedio 40.153 Kh (+35%) y Francia 37.041 (+25%).