La etapa autodenominada "Revolución Argentina" que sobrevino al golpe que derrotó al Dr. Arturo Illia, tuvo como signo distintivo su inflexible autoritarismo, implementado por el entonces presidente de facto Juan Carlos Onganía. El climax de su debilitada gestión se desencadenó -entre otros motivos- por las medidas económicas que implementó su ministro de economía Adalvert Krieger Vasena, medidas que exasperaron los ánimos de todos los sectores sociales.

El resultado de esta situación fue el llamado "Cordobazo" sucedido el 29 de mayo de 1969. Este suceso es comparado por el historiador Luis Alberto Romero con la "Semana Trágica" de 1919 o el mítico "17 de octubre", "con la diferencia de que en éste último caso la policía apoyó y custodió a los trabajadores". Fue un hecho que se veía venir, pues tiempo antes habían sucedido cruentos episodios que lo presagiaban. Así en Corrientes, sucedió una multitudinaria manifestación universitaria motivada por el aumento de los precios en los comedores universitarios. La represión se hizo sentir, muriendo un estudiante.

De ahí en más las protestas se sucedieron como reguero de pólvora. Hubo otras manifestaciones y marchas de repudio, en las ciudades más importantes del país. Pero fue en la "docta" donde finalmente se colmó la paciencia. Todo empezó cuando el ejecutivo nacional promulgó un decreto por el cual se anulaban los regímenes especiales acerca del descanso del "sábado inglés" y se congelaban los salarios de los trabajadores. Hubo una asamblea convocada por la regional de SMATA, donde se destacó el liderazgo del gremialista Agustín Tosco, determinándose un paro general. En esa jornada, en la capital cordobesa, se acompañaron una movilización obrera y otra estudiantil a las que se fueron agregando naturalmente vecinos de diferentes barrios, convirtiéndose en una abrumadora pueblada. Las primeras columnas en llegar a la ciudad, integrada por obreros, como los de la Planta Santa Isabel, fueron las que protagonizaron los primeros choques con la policía, muriendo el obrero mecánico Máximo Mena. Aquel convulsionado escenario, en él que hubo hasta francotiradores, quedó en manos de dirigentes estudiantiles u obreros. Esto fue hasta que al otro día el ejército y la policía retomaron el control. Alto fue el número de víctimas: murieron más de 14 personas. San Juan era gobernada entonces por Edgardo Gómez y los acontecimientos narrados tuvieron su correlato. Las organizaciones gremiales dispusieron un paro general para el 30 de junio. El gobierno, autoritariamente, dio a conocer un comunicado de prensa en el que amenazaba con la cesantía a todo empleado público que se adhiriese a la medida. También se produjeron algunas detenciones a dirigentes estudiantiles o gremiales, como la del sindicalista Miguel Ángel Miranda. Hubo allanamientos como él realizado a la CGT opositora, situada en aquellos años en Trinidad.

Por otra parte la juventud universitaria de la Facultad de Ingeniería tuvo alto protagonismo, realizando el 4 de junio una marcha cívica en rechazo a los hechos, que confluyó en la Plaza 25 de Mayo.