¿Se puede pensar en una colonia de vacaciones sin el foco puesto en la pileta? Este verano la respuesta es con un sí rotundo. Es que pese a las temperaturas y a que en temporada se supone que es un momento ideal para cumplir con las intenciones de los padres de que los hijos aprendan a nadar y le pierdan el miedo al agua, hay propuestas que no pasan solamente por el natatorio exclusivamente. Lejos de las escuelas de natación tradicionales, en la provincia empezaron a aparecer propuestas originales con actividades recreativas, físicas y culturales al aire libre. No son muchas pero si vale tenerlas en cuenta.

"Como a nosotros no nos interesa lo competitivo, entonces pensamos que deben haber familias que pongan el acento en otras cuestiones que no pasan por la competencia en natación, por ejemplo, y sí les interese transmitir los valores del trabajo de campo y del cuidado de la naturaleza. Por eso armamos una colonia absolutamente distinta a las conocidas", dice Pedro Gómez, quien junto a su familia abrió las puertas de su casa en Albardón para recibir a diario grupos de niños ávidos por aprender y divertirse.

Otra de las alternativas originales para pasarla bien y que no está ligada a la piscina, tiene que ver con la música. Una de sus ideólogas, la violoncelista Laura Lanzi, cuenta que "buscando qué hacer en el verano apareció una idea recreativa: por qué no hacer una murga con los chicos que no disfrutan de la natación. De inmediato aparecieron los adeptos y aquellos papás que quieren que sus hijos estén ocupados, tengan vivencias de grupo y aprendan otras cosas", explica sobre una propuesta al aire libre donde no es necesario saber acordes musicales ni tampoco es un requisito poder moverse siguiendo un ritmo. Por que para eso está esta colonia donde la convocatoria pasa por la murga.

Las manos en la tierra

La iniciativa tiene un tono absolutamente ecologista. No solo por el concepto con que fue planteada la idea sino además por los contenidos que se trabaja con niños de 3 a 10 años pero además por el entorno. Esta colonia tiene como escenario una granja en Albardón, conocida como "Tía Nora”.

Allí, de lunes a viernes, bien temprano desde las 8:30 (no podía ser de otra manera ya que a esa hora empieza la vida de campo, o más temprano aún pero tratándose de chicos y en vacaciones, hay mucha tolerancia) comienza a desperezarse la actividad en la granja. Los niños -en su mayoría de la zona- llegan al lugar, dejan sus mochila y dependiendo del clima van respondiendo a las consignas del profe Gabriel Bairaclioti, quien ostenta varios títulos a su cargo: es profe de educación física, guardavida, amante del trekking y un especialista en actividades de Vida en la Naturaleza y en el trabajo con chicos discapacitados (de hecho a la colonia asisten chiquitos con Síndrome de Down que están integrados).

Antes de tomar su propia merienda (cada uno lleva algo y todo se comparte como para incentivar conductas solidarias, explicarán los adultos que manejan la colonia), los mismos niños se ocupan de darle de comer a los animales. Así irán pasando por los distintos corrales y jaulas. A veces, ellos mimos irán a cortar la alfalfa de los campos del lugar.

"Que se metan a los corrales, acaricien los animales, lleven a los conejos como si fueran bebés, persigan gallinas son las actividades cotidianas de la colonia, que se acompañan con explicaciones técnicas sobre las familias de animales y sus características, por ejemplo. Nuestro objetivo es que los niños le pierdan el miedo a los animales e inclusive que los quieran. Por eso, dedicamos mucho tiempo en la enseñanza de la cabalgata. Pero también nos hemos propuesto que los chicos vean como del campo se puede vivir (les enseñamos que aquí nada se tira, sino que todo sirve) y que el campo se puede disfrutar”, agregan Pedro y su esposa Lucía, quienes siguen de cerca todo lo que acontece hasta que llegan las 12 y los chicos vuelven a sus casas.

Como parte de la propuesta también aprenden sobre reciclado, sobre siembra y cosecha ecológica en los bordos donde hay plantadas hierbas aromáticas, hortalizas, algunas frutas y flores. Si el tiempo alcanza, harán algunos experimentos preparando dulces caseros y hasta harán su propio almácigo en un vasito plástico. Mientras tanto, entre actividad y actividad con los animales, hay ratos en la pileta dónde aprenden la natación básica. Y por estos días están planificando un campamento para cuando llegue la hora de empezar a pensar en el comienzo de clases. Por suerte, todavía falta más de un mes.

Con la música a otra parte

Febrero es mes de carnaval. Es por eso que con el auge de las batucadas y las comparsas, la profesoras Laura Lanzi y Aida del Cid inventaron una especie de colonia-taller de murga que larga el primer día hábil de febrero (el lunes 1º). Esta propuesta es una extensión de las clases que dictan en su escuela de música Allegro, salvo que ahora, tendrán un escenario natural como marco y las jornadas serán menos formales que en el resto del año. Esto no es todo. En la propuesta pueden participar grandes y chicos, papás con hijos a partir de los 6 años.

"Queríamos buscar otro espacio para enseñar música. Es más por ser vacaciones nos pareció ideal pensar en armar una murga, que inclusive al finalizar el ciclo, va a mostrar en un pequeño espectáculo todo el trabajo”, adelantó Laura sobre las actividades pensadas para tres veces por semana (lunes, miércoles y viernes), de 18 a 20.

En este espacio directamente no habrán profes de natación. Serán reemplazados por músicos -especialmente por docentes de percusión, que son los instrumentos que componen una murga- pero también por expertos en teatro y expresión corporal. En cambio, se desarrollará en un club, en el Círculo Andaluz, en Rivadavia, un lugar ideal ya que tienen mucho espacio para hacer las coreografías y el despliegue propio de este tipo de bailes.

Si bien esta vez será la primera vez que experimenten con una propuesta semejante, la colonia estará organizada por grupos de edades y mientras unos estén ocupados con el tema musical, el resto trabajará la parte de movimiento y expresión corporal, vestuario y maquillaje, las otras "patas” fundamentales de una murga.

"Nosotros vamos a facilitar los instrumentos de percusión que se necesita para hacer sonar una murga, como redoblantes y platillos, entre otros. Con los mas chiquitos la idea es jugar con instrumentos armados por nosotros mismos con distintos materiales”, explica la música.

Tardes de pesca y kermese

Un equipo de profesores de educación física, comandados por la recreóloga Belén Moreno, lleva adelante todas las tardes de martes a domingo -desde las 14 hasta las 20- actividades recreativas en el Del Bono Beach en el corazón del Dique de Ullum. Si bien no es una colonia, si tiene un esquema diario donde los niños pueden sumarse según sus gustos y necesidades, ya que las propuestas van rotando a cada rato.

+Nosotros no planteamos una colonia, pero si algo más libre. Tenemos un cronograma con actividades que van cambiando cada 45 minutos-1 hora. De todos modos, esto es libre y se adapta a los gustos del grupo de chicos que viene cada día. Lo bueno que tiene es que cada uno puede elegir y no está ceñido a una rutina como en una escuela de natación o colonia más formal+, cuentan Belén Moreno y Alejandra Pugliese, la recreóloga y la coordinadora de deportes del complejo.

La gran novedad que presenta esta propuesta son las clases de pesca. Cada chico recibe no sólo una caña de pescar sino además los secretos más útiles para introducirse en el agua con la esperanza de que "algo pique”. Pero esto no es todo. El equipo tiene una serie de juegos plásticos que pueden adaptarse a la arena o el agua, porque el material flota. Entonces pueden jugar al fútbol y al tennis dónde más les guste. También disponen de juegos de mesa e inclusive arman kermeses -de esas que se veían en los viejos parques de diversiones- donde se hace un despliegue de actividades que ponen en juego la destreza, la habilidad y la fuerza.

"Hacemos búsqueda del tesoro por todo el complejo y caminatas artísticas donde se mezcla el arte y la expresión corporal. Eso a los chicos les encanta y a los profes nos permite poner en juego el desarrollo integral del niño y el contacto con la naturaleza. Nada es obligatorio y cada uno se suma a lo que le interesa, mientras tanto los papás también pueden disfrutar del dique sabiendo que sus hijos están divirtiéndose”, coinciden las profesionales.