Habiendo soñado toda su vida en la humillación de los ingleses, a quienes debía su primera victoria, fueron ellos los que vencieron en Waterloo a Napoleón y lo condujeron preso a Santa Elena, donde murió en 1821. Emperador o general, Napoleón tuvo siempre el mejor aprecio de su propia grandeza. Se cuenta que un día, el general Bonaparte, no pudiendo alcanzar el sitio del que pendía su abrigo, llamó a un oficial para que lo ayudara. “Soy más grande que usted, mi general”, le dijo el oficial, contento por su audacia. Y Bonaparte le respondió, fríamente: “Quiso usted decir ‘más alto’, ¿verdad?”. Napoleón fue seguramente una de las figuras más grandes de la historia, y pocos hombres han influido tanto en su época, como este gran estadista y general francés. Napoleón se casó dos veces: primero con Josefina de Beauharnais, de la que habría de divorciarse en 1809, para desposarse con María Luisa de Austria, que tuvo de él a Napoleón II, más conocido con el título de Rey de Roma.
