Tras una infancia en chacras sanjuaninas y algunos años de servicio en la policía de Mendoza, Jorge Marcelo García debió irse a vivir a España, donde su afán de progreso lo llevó a desarrollar un novedoso invento que coronó su destino con premios dorados.
Galardonado con una reconocida distinción mundial que se otorga en Suiza, el sanjuanino García diseñó en España un dispositivo electrónico que, por un lado, evita el robo de vehículos y, por otro, impide conducir en estado de ebriedad.
Es un teclado muy pequeño, parecido al de un celular, que va incorporado al freno manual del vehículo. Es un teclado con números del 0 al 9.
Al subir la palanca de freno para bajarse del auto, este dispositivo se activa. Pero si el conductor retorna al vehículo para conducirlo nuevamente necesita destrabar el freno de mano. Para ello, debe desactivar el pequeño dispositivo que mantenía trabado el freno manual, ingresando una clave secreta de 6 dígitos.
A fin de evitar accidentes por consumo de alcohol, el usuario sólo tiene un lapso de dos segundos para ingresar cada uno de los seis dígitos de la clave. Es decir que hace falta algo de lucidez, que unas copas de alcohol pueden interrumpirla.
Para evitar el robo, el dispositivo sólo acepta tres intentos para ingresar la clave. Si estos intentos fallan, el freno manual queda bloqueado por dos horas.
Rendirse, jamás
Pese a las críticas de ingenieros, Jorge no claudicó en su proyecto. Quería "cambiar mi vida, triunfar", contó a DIARIO DE CUYO el sanjuanino, sin olvidarse de los 6 departamentos de su familia que él llegó a construir con sus manos.
García "estrujó su cerebro" y, aunque los especialistas le decían que su dispositivo no servía, dos gigantes de la industria automotriz hoy miran con interés su invento.
"Las firmas automotrices Audi y Seat evalúan incorporar el dispositivo en un nuevo modelo de vehículo que están por lanzar", comentó García, quien tuvo un abuelo paterno que murió en un accidente de tránsito.
Por esas ironías de la vida, el sanjuanino terminó -sin querer- creando un mecanismo para evitar tragedias como la de su abuelo nacido en España, donde se patentó el invento que en 2008 fue considerado como una de las 100 mejores creaciones de ese año en la nación europea.
"Acá en Salamanca (donde vive actualmente) vi una campaña sobre accidentes de tránsito. Mostraban a un hombre desactivando la alarma para subir a su coche. El tío terminaba diciendo: ‘hasta que no inventemos algo que perciba el alcohol, por favor no conduzca’".
Ese anuncio fue como una revelación para que García, nacido en el departamento sanjuanino de 9 de Julio, creara su dispositivo que impide conducir bajo los efectos del alcohol.
En abril pasado, García, de 36 años, obtuvo medalla de oro en el Salón Internacional de los Inventos en Ginebra (Suiza). Este premio es la puerta de entrada para la inversión y comercialización de inventos.
Aunque no se anima a ponerle precio a su creación, García recuerda los 8.000 euros que se gastó para su invento, desarrollado en tan sólo 9 meses.
Sin grandes conocimientos digitales, empezó inspirándose en los cierres numéricos de seguridad que llevan las cajas fuertes. Tras leer textos en internet, empezó a recorrer talleres de autos y empresas de cajas fuertes en busca de asesoramiento.
Aunque muchos ingenieros le dijeron que su invento no servía, "mirá donde terminé", remarca Jorge sin olvidar los rechazos que enfrentó Alexander Graham Bell, en su camino para inventar el teléfono.
Volver
Aunque desde España pudo viajar y conocer muchos países, Jorge anhela volver a vivir en Argentina, para pasear por San Juan, por Mendoza y estar con su madre, que lo apoyó incondicionalmente a crear el dispositivo.
Efectivo de seguridad en un boliche español, García no niega que su memoria haya bloqueado los duros años que vivió en San Juan. Quizás sea porque "no la pasaríamos bien, ni teníamos un buen pasar económico", remarca tras explicar que desde chico trabajó en las chacras mientras estudiaba.
Pero a los nueve años cambió las cosechas de membrillo y las tardes en los canales de 9 de Julio por otra vida en Mendoza, donde empezó el oficio de policía a los 20, ante la necesidad de tener empleo.
La muerte de su cuñado (también policía) y las amenazas que recibió tras atrapar a un violador serial fueron el puntapié definitivo para que en el 2005 se instalara en España, donde vive con su novia Patricia.
No tiene hijos, porque no quiere quedase "atado a nada. Es que aún no decido si vuelvo a vivir a Argentina. Me gustaría volver a casa con un triunfo en las manos. Es un sueño".
