En el Club Atlético Trinidad nombrar "Mundialito" hoy es motivo para inflar el pecho y llenarse de orgullo. El certamen fue creado en 1994, aunque tres años antes ya se venían realizando pruebas piloto. El grupo de padres que lo creó con el fin de formar valores en los niños, seguramente jamás imaginó que el certamen que estaban creando llegaría a tener la magnitud de la actualidad. Así se entiende el sentimiento de pertenencia de los dirigentes del club por el Encuentro Internacional que este año cumplió su 22da edición.
Para conocer las raíces de este certamen hay que remontarse al año 1990, cuando se creó la Escuelita de Fútbol de Trinidad. Jorge Ramírez, presidente del Departamento Infanto-juvenil del club por entonces, junto al doctor Gallardo, nombrado tesorero, y el arquitecto Jorge Gil, secretario general, integraron el triunvirato que se creó con la firme intensión de reorganizar las inferiores.
En esos momentos, Godoy Cruz realizaba el "Festival Vendimia" teniendo como subsede la cancha de San Martín. Aunque luego de algunos episodios de violencia entre las hinchadas, le ofrecieron a Trinidad ser subsede ese año y el León lo aceptó con la experiencia previa de los torneos llamados "Niño Feliz". Esa experiencia le valió a Trinidad para crear su propio evento y por eso rápidamente el triunvirato presentó su proyecto a la Comisión Directiva. "Cuando me dijeron que querían hacer un torneo, les dimos todo el respaldo", rememoró el ingeniero Domingo Alberto Martín, quien era el presidente del club en ese año.
El triunvirato, junto a la Comisión de padres que presidía la señora María Velázquez, fueron quienes pusieron en cancha el primer torneo infantil en el año 1991. De carácter interprovincial, contó con la presencia de 250 chicos que provinieron de San Juan, Mendoza y Córdoba. Al año siguiente, fueron 500 los participantes. Allí se sumaron niños de San Luis, Neuquén y La Rioja. Después de la tercera edición del ’93, que contó con 800 chicos, Trinidad le quiso dar el toque de internacional y así nació finalmente el Mundialito. "Nos agrandamos y quisimos tirar la casa por la ventana", contó Ramírez, quien se encargó de cruzar la frontera para llegar al imponente Colo Colo de Chile y allí se presentó ante el director del Departamento Infantil del club chileno, que era ni más ni menos que José Néstor Pékerman, palabra hiper autorizada a la hora de los juveniles.
Con la llegada del Cacique en 1994, el Encuentro Infantil pasó a tener también la denominación de Internacional que mantiene hasta estas épocas aunque para la popularidad es el clásico "Mundialito". También valió mucho el aporte de Juan Pagés, quien desde ese momento y hasta la actualidad se encargó de la Coordinación del torneo en la faz deportiva. "No fue fácil armar un torneo así. En los primeros años los chicos se alojaban en las casas de los chicos sanjuaninos, pero hace diez que decidimos armar una estructura que los contenga en la Escuela Hogar. Nada es fácil pero tanto sacrificio vale la pena", expresó Pagés.
Por el Mundialito luego pasarían equipos de Uruguay, Paraguay y Colombia. Mientras que también se dio el lujo de tener en el estadio del Barrio Atlético clubes poderosos del país como Boca, Independiente, Gimnasia y Estudiantes de La Plata, Newell’s Old Boys y hasta el Rosario Central de Di María. Siempre con la política de darle a los foráneos el alojamiento y la comida, Martín y Ramírez revelaron que varias veces pasaron situaciones incómodas como cuando tuvieron que alojar a diez dirigentes de Independiente en un lujoso hotel céntrico y hacerse cargo de todos sus gastos.
Cabe destacar que el Mundialito siempre se mantuvo de pie. A pesar de la crisis económica que sufrió el país en varias ocasiones, el torneo siempre sacó pecho ante esas adversidades y logró la continuidad de los grandes eventos. Además, sirvió para el crecimiento institucional del club, ya que con las recaudaciones logró obtener el predio del ex Club Los Andes (destinado íntegramente para las inferiores), la construcción de la secretaría del club, como también baños, vestuarios y hasta se dio el lujo de tener su gimnasio propio.
Por todo eso el Mundialito hoy constituye el valor más preciado en la institución del Barrio Atlético. Más que eso, es todo un orgullo para la familia que compone el Atlético Trinidad.
