El primer paso, el ascenso, es tranquilo. Algo cansador pero motivante para lo que sigue. Ya en la cima de la duna empieza la cuenta regresiva para que comiencen los minutos de adrenalina. Es que llega la hora del descenso. Así, sobre una tabla parecida a la de surf y con sus pies aferrados a la madera empiezan la aventura. De esta forma se practica el sandboard, una disciplina que se desarrolla usando una tabla de madera prensada con fórmica, que permite surfear y alcanzar grandes velocidades sobre la arena, poco a poco va adoptando cada vez más adeptos en San Juan.

Se realiza igual que el snowboard (sobre nieve) y sólo exige estado físico para subir hasta la cima. Lo demás es sólo ganas de divertirse al máximo. Esta aventura tiene además un atractivo extra. Es que gracias a los viajes hasta las dunas, los deportistas pueden apreciar los diferentes paisajes desérticos que han sido definidos por ellos como paradisíacos.

‘A veces llegás muerto hasta la cima pero cuando estás arriba disfrutas de todo. Te desconectas del mundo. Es que el silencio es total y te transmite una paz incomparable’, contó Antonio Beaudean, uno de los sanjuaninos que relató su experiencia. Y a pesar que puede ser considerado como una disciplina un tanto solitaria, el sandboard es también una buena excusa para una reunión de amigos. Es que se trasladan todos juntos y comparten almuerzos, mates y charlas como una gran familia.

A San Juan llegó hace cerca de dos años, sin embargo en estos meses tomó más relevancia. Se practica cerca de El Encón, en el límite con Mendoza. En esas dunas (que crecen naturalmente con el viento) hay bajadas de cerca de 100 metros. Éstas son las favoritas por los jóvenes porque permiten alcanzar velocidades de entre 20 y 30 kilómetros por hora. En Caucete también otras extensiones con dunas en las que se puede hacer el deporte extremo pero no es muy frecuentado porque los descensos no son muy empinados y contagian poca adrenalina.

El sandboard fue inventado en Brasil por surfistas que no podían practicar en los días que no había olas. Hoy en día ha tomado muchos adeptos en todo el mundo y San Juan no es ajena a este nuevo deporte extremo.

CON UNA TABLA Y MUCHAS GANAS

Según Facundo Bustos Licata, otro de los jóvenes adictos al sandboard, el deporte extremo no es riesgoso "si hasta lo puede hacer un niño. Es que las dunas amortiguan las caídas", contó. Además aseguró que no es costoso ya que no se necesita mucho equipamiento. Con una tabla y unas antiparras para el viento y la arena es suficiente para practicar este deporte que se puede realizar durante todo el año.

Las tablas son hechas de madera prensada con fórmica. Pueden ser tuneadas según el gusto del usuario y se compran en una fábrica en Buenos Aires, pero son accesibles. "Las más económicas cuestan cerca de los 350 pesos", dijo Facundo.

Tienen una fijación para cada uno de los pies y hay de dos estilos: una con abrojos y otras con una especie de bota que agarra todo el pie. Estas fijaciones permiten dominar la tabla según los gustos para que la aventura sea personalizada.