Heredó el gusto por la cerrajería de su padre y nunca imaginó ser el único. A pesar de vivir en la ciudad de San Juan tiene las llaves de Iglesia en sus manos. Es que cada 15 días viaja hasta el departamento para hacer algunos trabajos en las puertas de los vecinos. Roberto González tiene 53 años y desde hace un año y medio montó un pequeño puesto en Bella Vista y se convirtió en el cerrajero del pueblo. Asegura que hace este trabajo por gusto al campo.

En medio de una alameda y a unos kilómetros de la ruta que va hasta Rodeo, una pareja de amigos le prestó una habitación para que montara su cerrajería. En ese lugar tres pequeñas máquinas (que él mismo llevó hasta Iglesia) y una madera con clavos para colgar las llaves son las únicas herramientas con las que trabaja. Se hizo conocido gracias a que su amigo Gastón Coll (que le presta la habitación) repartió folletos en los almacenes y negocios del departamento. ‘Además en estos lugares el boca en boca es muy influyente’, contó el sanjuanino que sueña con vivir en Iglesia.

Los vecinos del departamento dejan las llaves en lo de los Coll y cuando Roberto llega (generalmente cada dos semanas) a Iglesia comienza a trabajar. Luego el cerrajero las deja en su pequeño taller y los vecinos las buscan por ahí. Las copias de llaves es lo que más hace.

El hecho de pensar que es el único cerrajero del pueblo puede parecer sinónimo de buenas ganancias. Sin embargo Roberto asegura que no realiza esa actividad por dinero. Es que hay veces que con suerte le alcanza sólo para costear los pasajes en colectivo. Además asegura que a pesar de que muchas casas iglesianas tienen problemas con las cerraduras es difícil hacer la diferencia económica en un lugar en el que todavía dejan las puertas abiertas y sin llave. Es más a veces este trabajo es contraproducente para la cerrajería que tiene en la ciudad frente a la Plaza Hipólito Yrigoyen.

‘Generalmente los domingos hago domicilios y cuando me voy a Iglesia los suspendo. Así que en ese sentido pierdo dinero. Pero no importa porque me gusta’, dijo y aseguró que muere la tranquilidad de aquel lugar. Roberto aseguró que el principal objetivo de su trabajo es viajar a Iglesia ya que es un fanático del campo.

Ya es conocido en el pueblo y hasta le hizo trabajos al hotel de Pismanta. ‘Ese fue el único trabajo grande que hice y con el único que gané dinero’, dijo entre risas Roberto que aseguró no arrepentirse de ser una ayuda para los iglesianos. Es que para estas personas sería muy costoso tener que venir a la ciudad a hacer un nuevo juego de llaves o trasladar a un cerrajero para que haga algún arreglo en una puerta. Y es por estas razones que aseguró que la gente valora cada detalle de su trabajo.