Sí, leyeron bien, Venezuela, cuyo presidente Hugo Chávez hasta hoy defiende entusiastamente al depuesto dictador libio Moammar Gadafi, al carnicero sirio Bashar al Assad, a los hermanos Castro en Cuba, y cuantos otros tiranos existan en el planeta.

Según las resoluciones de la ONU, los miembros del Consejo de Derechos Humanos deben "mantener los estándares más altos en la promoción y protección de los derechos humanos”. Sin embargo, los gobiernos latinoamericanos votaron alegremente por Venezuela. Mientras los países europeos presentaron cinco candidatos para ocupar las tres bancas rotativas de su región, los latinoamericanos sólo presentaron tres -Venezuela, Brasil y Argentina- lo que resultó en su elección automática. Ningún otro país latinoamericano se presentó para desafiar la candidatura venezolana.

Aunque el Consejo de Derechos Humanos de la ONU ocasionalmente critica flagrantes violaciones de derechos humanos en Siria o Irán, ha tenido entre sus miembros mas activos a dictaduras como las de China o Cuba, y muchas veces ha funcionado como un club de mutua protección entre algunas de las peores dictaduras del mundo. Pero la elección de Venezuela es tan sólo un síntoma algo mucho más serio que esta ocurriendo en la región: el desmantelamiento de las instituciones interamericanas de protección de los derechos humanos.

A pedido de Ecuador y Venezuela, y bajo el traposo pretexto de "fortalecer” la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA), los países miembros han iniciado un proceso de audiencias en la OEA con el objetivo de reducir los poderes de esa Comisión y de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión. Ambas agencias gozan de independencia para investigar casos concretos en diferentes países, y publicar informes sobre ellos. Son, de lejos, lo mejor -quizás lo único- que tiene la OEA. Contrariamente a la afirmación de Chávez de que la Comisión es una herramienta del "imperio”, la Comisión el año pasado emitió mas medidas cautelares contra Estados Unidos que contra cualquier país de la región con la excepción de Honduras.

Sorprendentemente, la ofensiva de Ecuador y Venezuela contra los derechos humanos ha logrado conseguir un apoyo tácito de Argentina, Brasil y otros países supuestamente defensores de los derechos humanos universales, que le deben a la Comisión de la OEA gratitud por haber denunciado en su momento a las dictaduras militares de la década de 1970. En lugar de defender la independencia de la Comisión, los cancilleres tienen previsto reunirse en marzo de 2013 para aprobar su debilitamiento.

Mi opinión: El silencio pusilánime de la mayoría de los países latinoamericanos ante la ofensiva contra la Comisión de derechos humanos y la Relatoría de Libertad de Expresión de la OEA es algo verdaderamente escandaloso. Se puede entender que presidentes que pretenden perpetuarse en el poder, como los de Venezuela y Ecuador, quieran desmantelar el sistema interamericano de derechos humanos. Pero la táctica complicidad de Brasil y Argentina, que sufrieron sangrientas dictaduras militares y cuyos actuales funcionarios en muchos casos fueron defendidos en su momento por la Comisión de derechos humanos de la OEA, es vergonzosa.

"SI NO se detiene este ataque contra la Comisión y la Relatoría de la OEA, Latinoamérica pronto se verá privada de su mejor línea de defensa contra los abusos a los derechos humanos, actuales y futuros.”