El sol es el mejor amigo de las plantas, pero puede convertirse también en su mayor enemigo. Para que se produzca un golpe de calor no es importante la temperatura a la que se llega, sino la diferencia que se alcanza en poco tiempo. En primavera o verano es normal pasar de 15º C a 25º C en incluso 30º C o mucho más. Esa subida brusca obliga a las plantas a incrementar su actividad de hidratación foliar para no quemarse, y al aumentar su transpiración, pierden agua por evaporación. Si no la recuperan, se produce un desequilibrio hídrico, que puede conllevar una fuerte desecación.
Las plantas afectadas por el golpe de calor se reconocen bien. Aparecen lacias, al encontrarse las células sin agua, y presentan un follaje seco y enrojecido entre las nervaduras, mientras que la zona del limbo permanece verde. Las consecuencias más graves se dejan sentir en las frondosas, los ejemplares con un sistema radicular deficiente y los arbustos de cercos. Sus frutos requieren unas temperaturas suaves, por lo que un incremento brusco de calor completará el ciclo vegetativo antes, arruinándolos.
Si en nuestra provincia el golpe de calor suele darse todos los años, deberemos poner en marcha un plan preventivo.
Primero seleccionar las plantas que mejor resisten este fenómeno, si además tomamos vacaciones, hay que tener presente este fenómeno. Se recomienda que cuando compre en el vivero, tome asesoramiento de esto.
Y en segundo lugar, mantener hidratado el suelo y tener a mano un sistema de difusión aéreo para mojar las plantas. Otra forma de prevenir su demoledora acción consiste en cubrir el suelo con un acolchado de: mulch, paja, corteza, etc. y sombrear las plantas más sensibles durante las horas de más insolación.
A veces no llegamos a tiempo y tenemos que aplicar soluciones a posteriori. Esperar un tiempo, de dos semanas, para observar si el ejemplar brota de sus reservas. Si no es así, la única solución posible, y no siempre efectiva, es la poda. Sólo las especies leñosas, árboles y arbustos de hoja caduca, se pueden salvar. Lograremos que la savia se acumule en la zona de corte, provocando una nueva brotación de yemas, aparte de facilitar su recuperación con la eliminación de los tejidos muertos.
Por último, para asegurarnos la inversión y no sufrir riesgos, lo mejor es planificar nuestro jardín con especies resistentes a la sequía o prever personas que cuiden el espacio verde mientras estamos ausentes.
Las especies que mejor se adaptan, son aquellas que plantamos fuera de los soles fuertes y que tuvieron tiempo de justificarse (adaptarse al lugar, suelo y condiciones de cada zona) Estas aguantan la subida de temperatura mejor que las plantas que pusimos en temporada de primavera. Entre algunas de ellas se encuentran muchos arbustos, vivaces y anuales, siempre es bueno realizar un pequeño estudios de su adaptación al clima reinante en San Juan. Por supuesto las menos recomendables para estas situaciones de golpe de calor son las especies de climas húmedos, como las camelias, hortensias y helechos.
