Una vez más, el papa Francisco, en busca de aclarar conceptos vinculados a temas de actualidad, ha hecho uso de su dialéctica tan particular basada en la simplicidad y sentido común. En este caso al referirse a la libertad religiosa y de expresión, ha empleado el mismo estilo al que nos tiene acostumbrado, con una claridad que lleva a reflexionar positivamente en favor de promover un mejor entendimiento y, consecuentemente, una mejor convivencia.

El Sumo Pontífice sostuvo que ambas libertades son derechos humanos fundamentales, que deben respetarse, pero sin ofender, es decir que deben guardar ciertos límites.

En clara referencia al atentado contra el semanario satírico Charlie Hebdo, en París, ha dicho que la libertad de expresión tiene sus límites y que no se puede provocar ni ofender a la religión.

Para el Papa es lamentable que haya mucha gente que habla mal de otras religiones o de las religiones, y que convierte en un juguete las creencias de los demás. En su costumbre de graficar todo lo que dice, Francisco explicó: "Es verdad que no se puede reaccionar violentamente, pero si Alberto Gasbarri (organizador de los viajes papales), gran amigo, dice una mala palabra de mi madre, puede esperarse un puñetazo. ¡Es normal!".

Con estos conceptos el Obispo de Roma se ha pronunciado a favor del respeto que debe prevalecer entre entre todos los sectores y por sobre todas las cosas, como único medio de preservar la paz en el planeta. Además se ha referido a los límites, que son los que garantizan que no haya excesos ni fanatismos antagónicos, por ser el principio primordial que rige el comportamiento de la conducta humana.