Entre los numerosos oficios o personajes de antaño, hubo uno muy pintoresco y representativo, llamado popularmente "jarillero", trabajo que ya prácticamente ha desaparecido de nuestra tierra cuyana. Era una tarea trabajosa y sacrificada pues remover o cortar las ramas de este típico arbusto, que por suerte aún engalanan nuestro paisaje, requería de mucho tiempo y entereza física.

Los jarilleros sabían de todos los ancestrales atributos o virtudes que tiene esta noble planta, desde utilizarla como combustible, hasta valerse de ella para aliviar diferentes dolencias como el reumatismo, curar heridas, también para uso veterinario y además sus hojas proporcionaban un tinte verde para teñir lanas de las tejedoras. Ellos diferenciaban perfectamente sus distintas variedades sea "jarilla hembra o jarilla macho", como aún dicen los hombres de tierra adentro. El jarillero salía cuando despuntaba el alba a realizar su trabajo, recorriendo en un carro largas distancias. Luego de la recolección, y con la carga completa, se dirigía a pueblos y localidades a vender su producto, ofreciéndolo a través de gritos o exclamaciones muy peculiares.

Valgan estas palabras iniciales para introducirnos o recordar brevemente la bonita canción que nos legara don Hilario Cuadros, llamada justamente "El Jarillero" y que fuera popularizada por Antonio Tormo. Parece ser que don Hilario compuso esta canción cuando estaba en Buenos Aires, ya en el apogeo de su carrera artística. Cuentan que luego de una actuación fue cordialmente invitado al cumpleaños de una admiradora suya. Don Hilario, con ese espíritu romántico que tenía, a los postres empuñó su guitarra y estrenó esta canción, que la tenía muy guardada en su corazón.

Se dice que su letra está inspirada en un amor quimérico que tuvo, y a manera de canción se la dedica a la anónima mujer, que la llama con cierto hálito de misterio "Señora de los ojos negros", tomando el rol de jarillero. Su letra nos brinda un somero cuadro de esta mujer, describiendo con términos muy especiales su rostro, tal como "le traigo señora de los ojos negros, de chapecas largas y ondeados cabellos".

Chapeca es un vocablo utilizado en Chile y Cuyo y se refiere a las trenzas largas que suelen hacerse las mujeres. Pero también y tácitamente nos pinta algunos detalles de este oficio. El jarillero es el que ofrece amablemente a través de pregones su producto: "jarilla fresquita le vendo señora". Del mismo modo hace mención a su carro, el cual está lleno de otros yuyos o plantas como "chuca, pichana y romero", flora propia de nuestros campos y muy utilizada por los criollos.