La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) declaró ayer oficialmente la erradicación mundial de la peste bovina, una de las enfermedades del ganado más mortíferas, que durante un siglo se extendió por los cinco continentes y fue una amenaza para la subsistencia de millones de personas condenadas a precarias condiciones de vida y de seguridad alimentaria.

Se trata de un gran triunfo de la ciencia, ya que la eliminación total de la virosis que diezmaba al ganado vacuno, a los búfalos y a muchas otras especies animales, tanto domésticas como salvajes, se ha cumplido mediante un programa coordinado durante décadas por la FAO. Para el organismo, el éxito alcanzado hace que este virus se convierta en la primera enfermedad animal eliminada en su medio natural gracias al esfuerzo humano y la cooperación internacional.

Debe recordarse que desde 1994, el ente de las Naciones Unidas ha venido liderando el Programa Mundial de Erradicación de la Peste Bovina en estrecha colaboración con la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y el organismo internacional de Energía Atómica de las Naciones Unidas (AIEA) y otras entidades asociadas y distintos gobiernos que aportaron los medios necesarios para eliminar el hambre, la malnutrición y la pobreza extrema por culpa de la enfermedad.

El triunfo científico, calificado de histórico, tiene mayores implicancias en la salud en general debido a que se trata de un morbillivirus, porque el virus de la peste bovina se encuentra muy relacionado con los virus del sarampión y del moquillo y no obstante ser extremadamente letal, es un virus especialmente frágil y se desactiva rápidamente si se adoptan las medidas preventivas a las que se llegaron finalmente. Es por ello que el logro alcanzado se compara con el arduo trabajo de décadas en la lucha contra la viruela en los humanos, hasta llegar a la erradicación definitiva.

La peste bovina apareció en Bélgica en 1920, hace casi un siglo, y se prolongó con estragos en el mundo animal hasta 2001, cuando el virus afectó a búfalos salvajes en Kenia, pero en 2006 cesaron las vacunaciones al comprobarse que el virus ya no circula entre los animales vivos y solo se sigue conservando en algunos laboratorios especializados para el resguardo ante imprevistos.