El del sábado por la noche no fue un espectáculo más. El guión, la actuación y la puesta en escena, con un montaje tecnológico sin precedente en la provincia, marcó un punto de inflexión en los shows de cierre de la Fiesta Nacional del Sol. Es que esta vez no sólo se trató de conmover a la gente, o de hacerla reír, o de que se sintiera identificada con alguna escena. La reflexión sobre el rol de la mujer y su lucha a lo largo de la historia estuvieron presentes de principio a fin. Fue más que un cachetazo para las 100.000 personas que estaban presenciando la puesta en el Autódromo El Zonda Eduardo Copello.
Esta puesta significó una bisagra. En la primera edición en 2007, se apeló a las leyendas sanjuaninas, pasando por la emoción del recuerdo con el San Juan de Antaño en el 2008. O la historia de esta tierra en 2009, el impacto surrealista del 2010 o la propuesta histórica con Sarmiento como eje en 2011, para desternillarse de risa en el 2012 con el agasajo al vino. En todos estos casos, las propuestas buscaron que la gente riera, llorara, aplaudiera, se sorprendiera con las puestas. Pero la del sábado por la noche, que en un punto reunió y perfeccionó todos estos ingredientes, hizo pensar. En el escenario quedó plasmada la lucha de las mujeres a través de la historia. Las conocidas y las desconocidas. La reflexión pasó tanto por un discurso de Eva Perón, como por esas madres que perdieron todo en la Guerra de Malvinas o durante la dictadura.
Pero no sólo fue el contenido lo que causó impacto. El despliegue tecnológico fue tan impresionante que por momentos la gente no supo a dónde mirar o por qué sucedían las cosas.
Las proyecciones en 3D sobre una escultura gigante que estaba en el escenario, los carros que se movían sobre rieles, los artistas que aparecían desde adentro de la escenografía, causaron furor. Si bien, a nivel escenográfico, el espectáculo viene redoblando su apuesta año tras año, esta vez dejó con la boca abierta a la gente.
Lo más impactante llegó al final cuando, gracias a las artimañas tecnológicas, esa escultura de Lola Mora, que representaba a una mujer desnuda, comenzó a tomar vida hasta quedar sentada. En pocos segundos todo comenzó a teñirse de rojo, como si baldes gigantes salpicaran el escenario. Para concluir con papeles picados que sobrevolaron el cielo.
Eso, y la mezcla de los fuegos artificiales que iluminaron toda la Quebrada de Zonda, fue el cierre menos esperado, pero el más impactante de todas las ediciones de la Fiesta del Sol. Esta vez, pusieron toda la carne en el asador, apelaron al guión, a la tecnología y a la presencia de artistas reconocidos como Juan Carlos Baglietto, Sandra Mihanovich, Andrea del Boca y Juan Leyrado.
