El más importante para nosotros es el día de su Resurrección: ese día, Jesús dio la vida por sus amigos y por eso esta Semana Santa tiene que ser el momento en que nos hacemos amigos de Jesús", dijo ayer monseñor Alfonso Delgado, durante la homilía del Domingo de Ramos en la Iglesia Catedral. Hasta allí llegaron cientos de fieles que colmaron el templo desde temprano y que, con sus ramos de olivo en las manos, aguardaron el momento de la bendición para luego participar de la misa. En el aire impregnado de incienso, empezaron a resonar los cantos de bienvenida, mientras la gente iba ubicándose en los diferentes sectores, para escuchar la palabra de monseñor Delgado.
Muchas familias asistieron a la celebración. Entre ellas, la de Roberto Vargas, que concurrió con su esposa y dos de sus hijos a la misa, y contó que "es una tradición ir juntos a las actividades de Semana Santa, porque son días especiales para los católicos". Algunos matrimonios jóvenes, con sus hijos pequeños, prefirieron escuchar el mensaje del arzobispo desde el atrio. Roxana, una joven mamá con su beba en un carrito, explicó que "acá afuera, si la nena llora, no molesta a nadie y yo puedo participar igual". Algunas personas, impedidas de desplazarse o con su movilidad reducida, se ubicaron en los pasillos del templo, en sillas especialmente dispuestas, para poder ser parte de la celebración de manera más cómoda.
La celebración comenzó, como ya es tradicional, con la bendición de los ramos de olivo, que se realizó en el atrio de la Iglesia Catedral. Reunidos en torno a monseñor Delgado, los fieles levantaron sus ramos en el momento de la bendición, para escuchar luego el pasaje del Evangelio que describe el momento en que Jesús entra en Jerusalén y es recibido por el pueblo con ramas de olivo. Luego, los fieles ingresaron al templo para dar comienzo a la misa que inaugura la Semana Santa, un tiempo de reflexión profunda para toda la grey católica.
Luego del Evangelio del día, correspondiente a la Pasión de Jesús, desde el momento en que Poncio Pilato lo entrega para que sea crucificado hasta su muerte, monseñor Delgado pronunció su homilía, haciendo un llamado "al encuentro con Jesús, a la reconciliación y a reflejar esto en un nuevo estilo de vida, más luminoso y verdadero, que nos convierte en la verdadera familia de Dios".
