Una sincronización exacta, vueltas en el aire, rulos de humo y algunos descensos bruscos y cercanos a la tierra, que erizaron la piel de las personas que estaban en el público. Así, moviéndose al ritmo de una música especialmente elegida para la ocasión, los aviones bailaron en el cielo. Los acompañó desde la tierra el público, que corrió para aplaudir de cerca a los pilotos cuando aterrizaron. El espectáculo se desarrolló en el Aeródromo de San Juan, en Pocito, para festejar sus 70 años. El show comenzó ayer, con aviones, rescates de helicópteros y paracaidismo, entre otras atracciones. Y continuará hoy, desde las 11.
En el primer día del evento, el público esperaba ansioso el primer show de los aviones RANS de la Agrupación Hangar del Cielo, que realizan destrezas en el aire y llegaron desde Buenos Aires. De golpe, se escuchó el ruido de los motores y dos de los aviones comenzaron a moverse. La gente sacó las cámaras filmadoras y las fotográficas, y colocó sus manos a la altura de la frente para poder ver sin que los molestara el Sol.
En ese momento, por el altoparlante se escuchó la voz de César Falistocco, uno de los pilotos que había emprendido vuelo. "Imaginen el mar, piensen en el agua y escuchen la música de la película Titanic que va a sonar. Así podrán bailar y volar en el aire con nosotros", dijo. Inmediatamente, la canción "My heart will go on" comenzó a escucharse y se inició la coreografía aérea: el humo blanco de los aviones, que parecían rodear el Sol, empezó a divisarse en forma de grandes rulos. Y el silencio del público demostró que toda la atención estaba puesta en ellos.
De un momento a otro, los aviones comenzaron a descender, se separaron y uno pasó tan cerca de la pista que parecía que su ala izquierda había rozado el suelo. La pirueta fue tan inesperada y precisa que despertó el suspiro de la gente, y algunos hasta se llevaron las manos a la boca. Después de repetir unas cuantas veces el número, comenzaron las vueltas en el aire y los aviones quedaron panza para arriba. El espectáculo brindó 15 minutos de emoción. Y su éxito fue tal que ni bien los aviones comenzaron a carretear para aterrizar, el público corrió hasta el alambrado para aplaudir de cerca a los pilotos.
