Los hermanos Chávez llegaron tarde a la escuela. Salieron de su casa a la misma hora de siempre, pero demoraron más de lo acostumbrado en hacer el trayecto. La llovizna de la noche anterior había formado pequeños charcos, y los chicos no quisieron mojarse las medias. Sabían que el pedazo de cartón que habían puesto en el interior de las zapatillas para tapar los agujeros de la suela no era lo suficientemente grueso para impedir el paso de la humedad. Por más de 40 minutos caminaron sorteando el agua contenida entre las piedras de las huellas inhóspitas que conducen a la escuela. Finalmente llegaron. Pero con las medias húmedas. Y los pies congelados. Es que para los 49 alumnos de la escuela rural Agustín Gómez, en la localidad jachallera de Pampa del Chañar, es una odisea asistir a clase todos los días.
No sólo porque tienen que atravesar más de 2 kilómetros de huellas de tierra, cubiertas de piedras filosas y matorrales espinosos. Sino también porque casi todos lo hacen semi descalzos, exponiendo sus pies a la agresividad del camino. Por eso un grupo solidario inició una campaña para llevarles ropa, útiles y zapatillas (ver aparte).
La directora de este establecimiento educativo, María José Zalazar, contó a DIARIO DE CUYO que la mayoría de los alumnos pertenecen a familias numerosas y de muy bajos recursos a las que la asistencia social del Gobierno sólo les alcanza para comer. Y que por la falta de zapatillas, van a clase sólo dos o tres días a la semana. "Es muy común que los hijos de una misma familia se turnen para ir a la escuela, al tener que compartir el único par de zapatillas más o menos en condiciones que tienen -contó Zalazar-. Y es una lástima porque todos son chicos que demuestran entusiasmo por aprender y educarse, yendo a clase hasta que realmente se quedan descalzos".
Cuando llega ese triste momento, según dijo la directora, las maestras de esta escuela son las primeras en tomar cartas en el asunto. Hacen una "vaquita" para comprarle al más necesitado, aunque sea, un par de alpargatas. "Sabemos que no es el calzado más aconsejable para este tipo de caminos que recorren los chicos para llegar a la escuela, pero no siempre tenemos la suerte de que algún comerciante nos done zapatillas -dijo la docente-. Pero los chicos reciben el regalo con mucha alegría y sin mayores preocupaciones porque ya tienen los pies curtidos y resistentes. Incluso hay quienes prefieren hacer parte del recorrido descalzos, llevando las zapatillas en la mano para que no se les embarren".
