Hoy, en UPCN se estrena "Gricel, un amor en tiempo de tango", documental que narra la fuerte historia de amor entre el tanguero José María "Katunga" Contursi y Gricel, protagonista del tango homónimo y cuyo apellido está muy vinculado a San Juan: Viganó. Susana Gricel Viganó Andersch -que falleció en 1994 en Córdoba- era prima hermana del reconocido filósofo, historiador y escritor local Roald Viganó. Y fue el nexo entre el sanjuanino y quien se convertiría en su esposa, María Olga Castelló, maestra oriunda de Capilla del Monte, donde Gricel se mudó con su familia cuando los médicos aconsejaron que su padre Egidio Viganó -hermano de Eduardo, el padre de Roald- se trasladara por razones de salud.
"Ella nació en provincia de Buenos Aires, en Mercedes. Yo la conocí en Capilla del Monte, porque Egidio y Maruca se fueron a vivir a Córdoba. Susana, le decíamos nosotros… Era preciosa y encantadora. Tenía un gesto un poco adusto, como buena descendiente de alemanes, pero cuando sonreía era una luz", rememora Roald, quien en charla con DIARIO DE CUYO contó cómo intervino en su relación con Olga, con quien cumplirá 50 años de matrimonio. "Olguita era amiga de Gricel y ella le hablaba de un primo filósofo que vivía en las nubes", dice él con una sonrisa.
"En mi familia siempre se hablaba que Susanita Viganó, era reina de lo que fuera, siempre a cara lavada, muy rubia y con sus ojos azules, bronceadita… -toma la posta Olga-. Después se casó, no fue muy feliz con su matrimonio… Yo la traté de grande, en un taller de arte, donde había una Señora de Camba, bastante mayor que yo. Jamás pensé que hubiera relación con aquella muchacha de la que había oído hablar. Un día Susana me invitó a tomar el té en su casa y ahí me enteré… ‘Así que vos sos la famosa Susanita Viganó’, le dije. Terminamos ese curso sobre fines del "50, siendo muy amigas. Y siempre me hablaba de un primo muy inteligente, pero muy poco ambicioso…".
Olga conoció primero a la hermana de Roald, María Antonieta. Un año que la muchacha vacacionaba en Capilla, Gricel la llevó a la casa de la maestra porque a ambas les gustaba tocar la guitarra y el folclore; y quedaron en escribirse. "Al año siguiente, Roald fue a lo de Gricel y su hermana le había pedido que me acercara una carta", relata Olga. Fue con pocas ganas que el sanjuanino llegó a casa de los Castelló "y allí se produjo el milagro, gracias a Dios… y a Gricel", dice el filósofo. Cuentan que Olga tendría unos 25 años, Roald 30; y que Gricel -sobre los 40- se preocupó un poco al enterarse de la relación entre su primo y su amiga. "Vos estás acostumbrada a disponer de tu sueldo y este muchacho vive en las nubes, no te conviene", me decía. "Susana, vos no conocés bien a tu primo", le decía yo.
Gricel estuvo en la sencilla boda de Olga y Roald, que llegaron a ser testigos del reencuentro y del "amor entrañable" entre Contursi y su rubia musa.
"20 años después, habiendo enviudado los dos, volvieron a encontrarse y vivieron juntos los últimos años. Se amaban muchísimo. Él era muy cariñoso, ella no tanto… pero también. Hicieron una pareja muy armoniosa y se casaron en Capilla", dice Roald, quien confirma que nunca vinieron a San Juan. "Ella era muy de su casa, no le gustaba mucho viajar", aporta el escritor, quien recuerda que Gricel vivió estoicamente la muerte de Contursi, en 1972.
"La marcó, pero como era una mujer muy fuerte, lo supo sobrellevar. Además él ya estaba enfermo y se lo veía venir", rememora su primo, aún con la pena de no haberse despedido de ella. "Yo iba a viajar a Buenos Aires y pensé pasar por Córdoba para saludarla, pero luego decidí que sería a la vuelta. Cuando regresaba, me enteré que acababa de morir de un ataque cerebral. Realmente lo lamenté", explica con tristeza Viganó, quien tiene una nieta llamada Grisel Gómez (con S anotaron en el Registro Civil a la hija de María Raquel Viganó). La otra Gricel es de apellido Iacobelli, y es hija de Susana Jorgelina Camba, la única heredera de Susana Gricel Viganó, con quien se fue perdiendo el contacto cuando se fue a vivir al Sur.
"No hay más que recuerdos gratísimos de ella", expresa aún con tonadita cordobesa Olga de Viganó, desde este San Juan adonde la trajo el destino… Y su amiga Gricel.
